La guerra en el seno de la familia real británica, lejos de amainar, escribe un nuevo y amargo capítulo. Cuando parecía que las aguas no podían estar más revueltas, recientes informaciones provenientes del círculo más íntimo del Príncipe Harry vuelven a poner el foco en la fractura, aparentemente insalvable, con su padre, el Rey Carlos III.
La saga de los Windsor, que combina el deber institucional con el drama familiar más crudo, nos demuestra una vez más que ni los muros de Buckingham ni la distancia del océano Atlántico son capaces de contener el resentimiento.
Una distancia que impusieron por voluntad propia Meghan Markle y el Príncipe Harry. Como hemos contado recientemente, la Reina Isabel II dejó la puerta abierta a un regreso, una promesa que Carlos III no quiere cumplir.
El distanciamiento, que se hizo público y notorio tras la explosiva entrevista con Oprah Winfrey y se consolidó con la publicación de las memorias del príncipe, "Spare", parece haber entrado en una fase de enquistamiento. Las esperanzas de una reconciliación, avivadas por los recientes problemas de salud que han afectado tanto al monarca como a Kate Middleton, se han desvanecido por completo, dejando paso a una hostilidad que ahora se manifiesta en privado, pero con la misma contundencia.
"Traidor": la dura acusación en la intimidad
Según se ha filtrado a través de fuentes cercanas al Duque de Sussex citadas por diversos medios británicos, el Príncipe Harry no se muerde la lengua cuando habla de su padre en la intimidad de su círculo de amigos en California. Las informaciones apuntan a que, en un ambiente relajado, el hijo menor de Diana de Gales se desahoga sin tapujos, llegando a calificar al Rey Carlos III de "traidor".
Esta durísima acusación no sería un exabrupto aislado, sino el reflejo de un rencor profundo y acumulado. El punto de inflexión que habría cimentado este sentimiento de traición fue la negativa de la Casa Real y del gobierno británico a garantizarle un dispositivo de seguridad oficial durante sus visitas al Reino Unido.
Harry considera que su padre le dio la espalda en un momento crucial, anteponiendo las normas institucionales a la protección de su propia sangre, una decisión que el duque interpreta como el abandono definitivo.
Carlos III no responde
Mientras estas explosivas declaraciones circulan por los tabloides, la respuesta oficial de Buckingham Palace es la de siempre: un silencio sepulcral. La estrategia de "nunca quejarse, nunca explicar" se mantiene como el escudo de la monarquía frente a las polémicas.
Sin embargo, este mutismo contrasta con el constante goteo de informaciones que emanan de "fuentes de palacio" o "amigos cercanos", alimentando una guerra mediática que se libra en dos frentes.
Por un lado, Harry, desde Estados Unidos, parece haber perdido el miedo a las consecuencias de sus palabras, ya sea a través de entrevistas, documentales o, como en este caso, filtraciones de su entorno. Por otro, la Corona se defiende proyectando una imagen de unidad y continuidad, como se vio recientemente en actos oficiales donde la ausencia de los Sussex fue tan notoria como el mensaje implícito que se enviaba.
La brecha ya no es solo geográfica, sino fundamentalmente emocional y, sobre todo, de confianza. Como señalan algunos expertos en la casa real, ¿cómo se puede tender un puente si una de las partes airea cada conversación privada?