El verano es sinónimo de playa para muchos, pero también hay quien prefiere huir del calor, las aglomeraciones y la arena pegajosa. El meteorólogo Francesc Mauri, desde su perfil de X (@MeteoMauri), lo tiene claro: una de las mejores opciones para este verano es subir a 2.500 metros de altitud, cerca del nacimiento del río Ter.
En su publicación, Mauri recuerda que “es otra opción para subir a 2.500 m”, destacando el valor paisajístico y natural del lugar, donde las fuentes del Ter brotan a pocos metros de la cima del Bastiments. “Un plan perfecto para quien busca naturaleza y aire puro sin hacer una travesía extrema”, escribe.
El telesilla panorámico, una experiencia accesible
Una de las grandes atracciones de Vallter en verano es el telesilla panorámico, abierto de 9:30 a 14:45 h, que permite acceder de forma cómoda y rápida a las zonas más altas del complejo. Desde arriba, se pueden contemplar panorámicas espectaculares del valle de Camprodon, las montañas vecinas y, en días claros, incluso el mar Mediterráneo.
La llegada con el telesilla te deja a pocos minutos caminando del nacimiento del río Ter, un lugar simbólico y lleno de encanto, especialmente para los más pequeños, que pueden ver cómo el agua brota literalmente de las entrañas de la montaña.
Actividades para todos los gustos y edades
Pero Vallter no se acaba en el telesilla ni en el río. La oferta de verano incluye circuitos de orientación para quien quiera practicar con mapa y brújula, rutas de senderismo señalizadas, e incluso un circuito infantil de motos, especialmente pensado para que los niños y niñas puedan disfrutar de la montaña de forma activa y segura.
Es una apuesta por un turismo de proximidad, familiar y educativo, en el que la experiencia no depende solo del destino, sino de la forma de vivirlo. Hacer una excursión al nacimiento del Ter, aprender a orientarse o simplemente observar marmotas con prismáticos son actividades que dejan huella, mucho más allá de una foto en Instagram.
Y después, desayuno de tenedor
Como no podía ser de otra manera, el plan de verano no estaría completo sin una buena comida. Y aquí Vallter vuelve a sorprender. El servicio de restauración está abierto, y ofrece una carta con desayunos de tenedor —sí, con todas las letras: tortillas, butifarras, judías y otros platos de montaña.
Este detalle, que puede parecer pequeño, marca una gran diferencia respecto a otras estaciones que abren en verano pero con servicios mínimos. Aquí, la filosofía es clara: hacer sentir a los visitantes como en casa, pero a 2.500 metros de altitud.
Una alternativa saludable, asequible y sostenible
En un momento en que el turismo de masas plantea cada vez más interrogantes, propuestas como la de Vallter ganan fuerza. No solo porque evitan la sobresaturación de la costa, sino porque ofrecen una conexión directa con la naturaleza, con beneficios claros para la salud física y mental.
Además, acceder es fácil: desde Barcelona, se puede llegar en coche en unas dos horas y media, y el último tramo hasta la estación está totalmente asfaltado. La entrada al telesilla y las actividades tienen precios asequibles, y hay descuentos para familias, grupos y escuelas.
Este verano, si quieres huir del calor, respirar aire limpio, ver nacer un río y comer como un rey, haz caso de Francesc Mauri: sube a Vallter.