Año tras año, los Reyes de España - ya se hacía así en la época de Juan Carlos y Sofía - veranean en el palacio de Marivent. Mallorca fue el destino escogido para pasar unos días y, de paso, promocionar el turismo cuando la imagen de Juan Carlos I era buena. La prensa tapaba todos los escándalos. Su 'campechanía' hizo el resto. Todo ha cambiado y lo que antes eran unos días de placer ahora es obligación.
La aparición casi in extremis de la Reina Sofía, tras días de ausencia en Palma, captó todas las miradas en la recepción oficial del lunes. Lejos de la estampa veraniega y relajada de otros años, su presencia se sentía diferente, casi forzada. Y ha sido la periodista Pilar Eyre, una de las voces más autorizadas y críticas con la Casa Real, quien ha puesto palabras a esa sensación agridulce que muchos compartieron.
Una presencia que generó más preguntas que respuestas
La imagen oficial mostraba a los Reyes Felipe y Letizia marcando el paso, seguidos por una Reina Sofía flanqueada por sus nietas, Leonor y Sofía, quienes la sujetaban con un cariño que, para algunos, parecía impostado.

Aunque la estampa pretendía transmitir unidad y afecto intergeneracional, el semblante de la emérita contaba una historia muy diferente. Con la mirada a menudo perdida y una sonrisa que no lograba llegar a sus ojos, la madre del Rey parecía estar cumpliendo con un deber ineludible, pero con el corazón y la mente en otro lugar.
Este gesto, lejos de pasar desapercibido, se convirtió en el centro de todas las conversaciones. La Reina Sofía, que siempre ha hecho de Marivent su refugio estival, llegaba a la isla para una visita relámpago de apenas 48 horas.
Un viaje que, a todas luces, tenía como único objetivo cumplir con el expediente de esta recepción, para después regresar a Madrid junto a su hermana, Irene de Grecia, cuyo delicado estado de salud es un secreto a voces.
La incomodidad de doña Sofía ayer en Marivent... y la de todos nosotros.
Pilar Eyre no se muerde la lengua: "La Reina Sofía no tenía que haber ido"
Con la contundencia que la caracteriza, Pilar Eyre ha utilizado su canal de Youtube para ofrecer un análisis demoledor de la situación. "Hubo una imagen que no me gustó nada, no se tenía que haber dado. La reina Sofía no tenía que haber ido", sentenció la periodista sin rodeos. Para Eyre, aunque la decisión partiera de la propia emérita por su arraigado "espíritu del deber", el resultado fue contraproducente.
La experta en realeza describió la escena con pesar, señalando que el aparente apoyo de sus nietas era "inhabitual" y se sentía "forzado", ya que "no forma parte de ese núcleo familiar, no tienen demasiado trato".

Pero el momento más desolador, según su relato, llegó durante los corrillos. Mientras Felipe, Letizia y sus hijas conversaban animadamente con los invitados, Doña Sofía quedaba "fuera de todos los grupos", de deambulando con una sonrisa triste y la mirada puesta en sus nietas, evidenciando que no quería estar allí. "Me dolió verla ahí esforzándose por sonreír", confesó Eyre.
La sombra de Irene de Grecia y el silencio de Zarzuela
Para la periodista, toda esta incómoda situación se podría haber evitado de una forma muy sencilla. Eyre dirigió una crítica directa al equipo de comunicación de la Casa Real: "Todo esto se habría arreglado con un simple comunicado como hacen el resto de casas reales cuando hay un problema de salud".
Unas líneas explicando que la Reina Sofía permanecería en Madrid para acompañar a su hermana habrían sido suficientes para justificar su ausencia y evitar la penosa estampa.

La falta de información oficial sobre el estado de Irene no hace más que alimentar las especulaciones y deja a la Reina Sofía en una posición de extrema vulnerabilidad. Su breve viaje a Mallorca parece confirmar que algo "muy importante" sucede para que haya renunciado a su estancia en la isla, un lugar que, en palabras de Eyre, "tan feliz le hacía".
La reflexión de Pilar Eyre es un eco de lo que muchos piensan: "Creo que no está para estas ceremonias, no sé si por sus ánimos o por la edad". Queda en el aire la pregunta de si la institución sabrá protegerla en el futuro, permitiéndole, como desea la periodista, "terminar sus días de una forma apacible".