La distancia entre el rey Felipe VI y la infanta Cristina ha alcanzado un nuevo punto crítico. Las últimas semanas han traído movimientos sutiles, pero reveladores en Zarzuela, donde los gestos hablan más que las palabras. Sin embargo, detrás de ese silencio institucional hay una mezcla de heridas viejas y nuevos capítulos cargados de expectación.
Una brecha reavivada por el pasado reciente
La tensión entre ambos hermanos no es extraordinaria, pero tampoco ha sido nunca insignificante. Desde el estallido del caso Nóos en 2011 y la polémica judicial que siguió, Cristina quedó excluida del núcleo familiar y privada del título de duquesa de Palma. Ese distanciamiento profundizó el resentimiento. Cristina siente que Felipe no la defendió lo suficiente y que el impulso vino de Letizia. Esta herida ha sido cicatriz, pero nunca cerrada.
Iñaki Urdangarin, el detonante inesperado
El anuncio de que Iñaki Urdangarin, su exmarido, prepara un libro centrado en su experiencia en prisión y su camino de rehabilitación, ha sido gasolina para el fuego. En Zarzuela lo observan con recelo: temen que revele información sensible, incluso sobre Felipe VI. El temor crece al saber que podría hacer alusiones al emérito Juan Carlos I y sugerir que Cristina lo anima a seguir con las memorias del rey emérito. Esa corriente se traduce en una nueva ola de desconfianza entre los hermanos.

Exclusiva de Pilar Eyre: empatía oculta
La periodista Pilar Eyre ha resaltado una faceta poco publicitada de Cristina: lejos de mostrarse fría con Iñaki, la defiende y protege, hablando bien de él a sus hijos. Esa actitud contrasta con el silencio estratégico de Felipe, que mantiene firme el distanciamiento institucional. Cristina, mientras, encuentra en esta cercanía emocional un espacio de fidelidad a su familia, frente a la rígida política de protocolos.
Ecos de la presión en Marivent
El malestar se extiende más allá del entorno íntimo. Los Urdangarin siguen vetados en Marivent, residencia de verano de los Reyes y sus hijas. Letizia no ve con buenos ojos que sus hijas coincidan con los primos; según fuentes cercanas, Cristina responsabiliza a Felipe por no defenderlos. Se evidencia aquí una disparidad clara: mientras Elena y Cristina muestran unidad en torno a Juan Carlos, el rey defiende la institución por encima de los vínculos informales.

Efectos visibles en actos públicos y privados
En los últimos actos oficiales, la ausencia de encuentros entre Cristina y Felipe ha sido palpable. Según allegados, no se cruzan palabras ni en los photocalls ni en los pasillos de los eventos familiares o institucionales. Esa lógica del silencio indica que la brecha no es solo personal, sino un gesto consciente que habla de límites impuestos en protocolo.
Hacia una fractura creciente y difícil de reparar
La infanta Cristiana y su hermana Elena podrían consolidarse como bloques familiares opuestos a la postura del rey. Este enfrenta la lógica institucional y su deber de preservar una imagen impecable. Aunque la pelea no es nueva, su visibilidad lo es. La falta de coincidencia pública de Felipe con sus dos hermanas y el apoyo explícito de ellas a su padre emérito presagian una fractura que, si no se modera, podría empeorar.