En los últimos meses, Irene Urdangarin ha encendido las alarmas en Zarzuela. La joven, de 20 años y décima en la línea de sucesión al trono, ha protagonizado un nuevo episodio de inestabilidad académica que ha desatado la preocupación de su madre, la infanta Cristina. ¿Qué ha pasado esta vez? Te lo contamos con contexto, datos contrastados y matices inéditos.
Tropiezo académico en Oxford por falta de compromiso y exceso de vida social
Tras no lograr plaza en la prestigiosa École hôtelière de Lausanne, Irene recaló en un curso de Gestión de Eventos en Oxford Brookes, con coste anual superior a 40 000 € aportado por su abuelo, Juan Carlos I. Sin embargo, desde su llegada, saltaban las primeras alarmas: repetidas ausencias, suspensos en asignaturas clave y protestas de los profesores por su actitud.
El medio Don Balón describía recientemente un “fracaso absoluto”, atribuido al desenfreno en la noche londinense: fiestas, “malas compañías” y una joven que prioriza sus salidas antes que las clases. El tabloide Caras incluso apuntaba que los responsables académicos han enviado advertencias formales: un siguiente tropiezo podría costarle su plaza.

La infanta Cristina interviene: viajes a Oxford y decisiones familiares
Ante este panorama, la infanta Cristina no ha permanecido impasible. Según Caras, viajó varias veces a Londres para intentar reconducir la situación, subrayando la importancia de su trayectoria académica. Su preocupación no solo atañe al rendimiento, sino también a la imagen pública de la familia.
Este despliegue paterno se suma al reciente contacto con el rey emérito, quien está dispuesto a intervenir en este momento “clave” de la vida de su nieta. Entre las opciones que barajan estaría incluso enviar a Irene a Estados Unidos para encauzar su disciplina y alejarla de las tentaciones londinenses.
Antecedentes y contexto: un patrón que se repite
Este nuevo tropiezo no es un caso aislado. Irene arrastra varias fases de inestabilidad desde bachillerato, donde sus notas estuvieron al límite y solo logró pasar por impulso maternal. Después de Lausanne, vivió un año sabático en Camboya, que muchos califican como una experiencia más turística que solidaria.
En marzo, medios argentinos revelaron que su madre viajó a Londres porque Irene no estaba asistiendo a clase, algo que elevó la alarma en Zarzuela. Incluso su círculo cercano manejaba la idea de una ruptura definitiva con sus estudios, tal como publicó El Nacional en enero.
Entre la crisis personal y la expectativa mediática
Detrás de estas dificultades académicas, Irene carga con un contexto familiar pesado: el escándalo de su padre, la separación de sus padres y la atención perpetua de los medios. Esta presión ha moldeado una generación real que crece entre privilegios y desafíos emocionales. En redes sociales, algunos la defienden: “está viviendo, tiene 20 años”; otros critican su falta de compromiso.

La pregunta es si este tropiezo en Oxford será un punto de inflexión o simplemente otro episodio en una trayectoria inestable. La infanta Cristina lo tiene claro: no está dispuesta a permitir que su hija abandone su futuro profesional. El siguiente examen no solo definirá sus calificaciones: podría decidir el curso de su vida.
¿Prosigue la caída o llega el punto de giro?
Irene se enfrenta ahora a una encrucijada: o responde con esfuerzo y disciplina, o corre el riesgo de perder su plaza en septiembre. Las próximas semanas resultan decisivas, y su familia ya ha tomado medidas para no dejarla sola. Más allá de su rendimiento, está en juego la imagen de una joven Borbón que lucha por encontrar su lugar.
¿Será esta la última oportunidad o un nuevo desencuentro con sus estudios? Solo el tiempo lo dirá. Lo que está claro es que, por primera vez, el clan invita a reflexionar: incluso crecer con privilegio requiere compromiso.