Carlos Cuevas empezó su carrera en Catalunya. Era muy pequeño e interpretaba a Biel en Ventdelplà. La serie se alargó varios años. Posteriormente, su carrera no se ha detenido y su actuación en Merlí todavía se recuerda. El de Molins de Rei, como muchos otros, acabó dando el salto a Madrid gracias a su talento.
La capital español se presenta como el epicentro de las oportunidades, el lugar donde las carreras despegan y se consolidan definitivamente. Sin embargo, algunas de las figuras más relevantes de su generación desafían esta norma con convicción.
Este es el caso de Carlos Cuevas, un actor que ha conquistado a la audiencia sin renunciar a sus orígenes. A sus veintinueve años, el intérprete tiene muy claro dónde se encuentra su verdadero hogar.

Un puente aéreo y ferroviario hacia el éxito
Carlos Cuevas ha explicado su decisión en diversas ocasiones, dejando claro que no se trata de un capricho pasajero. Su elección de residir en Barcelona es una declaración de principios sobre su forma de entender la vida y la profesión.
Lejos de renegar de Madrid, el actor reconoce las ventajas sociales y de ocio que ofrece la capital española. "Más fiestas y más lugares para dejarte ver si tú quieres jugar a ese juego", admitió en una entrevista para Catalunya Ràdio. Pero él prefiere mantenerse al margen de ese circuito mediático, priorizando su tranquilidad y su círculo más cercano.
La mejora de las conexiones de transporte ha sido un factor clave para que el actor pueda mantener esta filosofía. Lo que antes era un viaje costoso y largo, ahora se ha convertido en un trayecto mucho más accesible.
"Yo voy a un casting con un AVE barato", aseguró, desmontando el mito de la necesidad de estar físicamente en Madrid. Para él, las oportunidades laborales ya no se concentran exclusivamente en un único punto geográfico del mapa. Además, ha insistido en que una gran cantidad de proyectos audiovisuales se están desarrollando actualmente en Barcelona.

Barcelona, el epicentro de su vida personal y profesional
La carrera de Carlos Cuevas está intrínsecamente ligada a la ciudad condal, un lugar que ha sido testigo de su crecimiento. Producciones tan icónicas como Merlí o la exitosa serie de Netflix, Smiley, se rodaron íntegramente en sus calles.
Estos proyectos no solo le dieron fama internacional, sino que también le permitieron trabajar desde casa durante largos periodos. Su reciente y aplaudida interpretación de un joven Pasqual Maragall en la película El 47 es otro claro ejemplo de ello. Este drama social sobre el barrio de Torre Baró reafirma el potente músculo de la industria cinematográfica catalana.
Más allá del trabajo, Barcelona le ofrece el equilibrio perfecto entre su vida profesional y la personal. El actor valora enormemente poder estar cerca de sus amigos de toda la vida y disfrutar de un ritmo más pausado. La privacidad es otro de sus grandes tesoros, algo que protege con celo en su día a día.
De hecho, ha llegado a confesar con humor que, si detecta a algún seguidor cerca de su portal, prefiere esperar antes de entrar. Cuando los rodajes le exigen pasar temporadas fuera, opta por hoteles o apartamentos temporales sin dudarlo.