La situación que atraviesa la familia real española se ha vuelto especialmente delicada en los últimos meses. Las tensiones entre Felipe VI y su esposa, Letizia Ortiz, se arrastran desde hace años, con algunas fuentes situando el punto de partida de la crisis en 2013. No obstante, y aunque la amenaza de un posible divorcio planea sobre la pareja, lo que ha provocado la profunda tristeza del monarca no son sus problemas matrimoniales, sino con su padre.
Origen de la ruptura
Las diferencias entre Felipe y su padre se hicieron patentes a partir de 2014, cuando Juan Carlos abdicó presionado por una sucesión de escándalos que dañaron enormemente la imagen de la monarquía. El episodio que terminó por fracturar la relación fue el exilio “voluntario” del exmonarca a Abu Dabi.
Un movimiento que, según algunos medios, habría sido impulsado directamente por Felipe VI con el fin de proteger su propio reinado y el futuro de su hija, la princesa Leonor. Esa decisión, adoptada supuestamente por el bien de la Corona, ha conllevado un altísimo coste personal y familiar.
El deterioro de la salud de Juan Carlos I
En medio de este difícil panorama, se ha sumado otro elemento que complica aún más los sentimientos de Felipe VI: el declive de la salud del rey emérito. A sus 87 años, Juan Carlos I se enfrenta a crecientes problemas de movilidad. Según las últimas informaciones provenientes de Abu Dabi, sus médicos le habrían comunicado que su estado no tiene vuelta atrás: deberá pasar el resto de su vida en una silla de ruedas.
El cumpleaños del exmonarca, celebrado el pasado 5 de enero, dejó ver a un Juan Carlos muy afectado físicamente. En las fotografías que circularon de la celebración —a la que no asistió su hijo Felipe— se le notaba visiblemente desmejorado.
El gran dilema de Felipe VI
Ahora mismo, Felipe VI vive uno de los mayores dilemas desde que accedió al trono en 2014: permitir que Juan Carlos I regrese a España y asuma un rol más visible, o bien mantener la distancia para evitar cualquier golpe mediático que pueda poner en entredicho la estabilidad de la monarquía. Solo hay dos posibilidades
Si Felipe decide traerlo de vuelta, tendrá que afrontar las miradas críticas de la opinión pública y la prensa internacional, que no olvidan los escándalos financieros y personales de Juan Carlos.
Si mantiene la línea actual, es probable que el rey emérito pase sus últimos días a miles de kilómetros de España, con una relación helada entre padre e hijo que podría no recomponerse a tiempo.