La reina Sofía atraviesa uno de los momentos más delicados de su vida. A sus 86 años, la madre de Felipe VI se enfrenta a una combinación de pérdidas familiares, problemas de salud y humillaciones públicas que han encendido todas las alarmas en la Casa Real. Detrás de su habitual compostura institucional, se esconde una realidad marcada por el dolor y la soledad.
Tristeza máxima
El fallecimiento de su hermano, el rey Constantino de Grecia, en enero de 2023, fue un golpe devastador para la reina emérita. Poco después, su hermana Irene fue diagnosticada con Alzheimer en un estado avanzado, hasta el punto de no recordar ni su propio nombre. Estas pérdidas han sumido a Sofía en una profunda tristeza, manifestada en episodios de llanto, falta de apetito e insomnio.
Además, la salud de la reina Sofía se ha visto comprometida por problemas respiratorios agravados, posiblemente relacionados con una adicción que ha requerido atención médica. En su última aparición pública en Segovia, necesitó la ayuda de dos personas para bajar unas escaleras, un hecho que no pasó desapercibido y que aumentó la preocupación sobre su estado físico.

Movimiento del rey español
El rey Felipe VI ha mostrado una profunda preocupación por el estado de su madre. Según fuentes cercanas, ha intentado convencer a su padre, el rey emérito Juan Carlos I, para que retire la demanda contra Corinna Larsen, ya que este proceso judicial podría obligar a la empresaria alemana a declarar públicamente sobre su relación con el exmonarca, reviviendo así antiguos escándalos que afectan directamente a la reina Sofía.
La periodista Pilar Eyre ha descrito la situación de la reina como "preocupante", destacando que Sofía se encuentra "hundida en la miseria", sin apetito ni sueño, y llorando con frecuencia.
Eyre también ha señalado que la reina se siente humillada por las acciones de su esposo, especialmente por la demanda contra Larsen, que considera una muestra de desprecio hacia ella.

El personal de Zarzuela ha alertado a los hijos de la reina sobre su estado emocional, y tanto Felipe VI como la infanta Elena y la infanta Cristina han intentado turnarse para acompañarla y sacarla de casa, buscando aliviar su soledad.
En medio de este panorama, la reina Sofía continúa cumpliendo con sus compromisos institucionales, mostrando una imagen de fortaleza y profesionalismo. Sin embargo, su entorno más cercano es consciente de que detrás de esa fachada se encuentra una mujer profundamente afectada por las circunstancias que la rodean.