En un contexto donde la inteligencia artificial gana terreno en tareas administrativas y rutinarias, surge una presión creciente en el mercado laboral. La incertidumbre sobre qué profesiones seguirán siendo esenciales y cómo evolucionarán sus salarios es palpable.
Organismos como el Fondo Monetario Internacional alertan de que hasta el 60 % de los empleos en economías del hemisferio norte podrían verse afectados por la automatización. Frente a esa realidad, oficios considerados “tradicionales” podrían disparar su valor económico en los próximos años.
José Elías y su mirada al futuro del trabajo manual
José Elías, empresario multimillonario al frente de Audax Renovables y La Sirena, ha lanzado una advertencia clara. La IA eliminará una parte substancial de los empleos de oficina, mientras que los oficios manuales, escasos y difíciles de automatizar, ganarán protagonismo —y remuneración. Según su visión, “nadie va a llamar a ChatGPT para cambiar un enchufe”, lo cual evidencia que trabajos como fontanero o electricista conservarán su relevancia.

Elías incluso aventura que un fontanero podría llegar a cobrar entre 50, 60 o hasta 200 € la hora si la escasez de mano de obra persiste. Esa cifra, contundente, despierta no solo atención mediática, sino una reflexión profunda sobre el valor real del trabajo manual en el contexto de una economía digitalizada.
Escasez de oficios y consecuencias económicas
Desde los años 90, ha existido una tendencia decreciente en la formación profesional orientada a oficios como fontanería o carpintería. Los jóvenes se inclinan más por titulaciones universitarias, dejando vacantes esenciales en tareas manuales. Esa brecha entre oferta y demanda empieza a evidenciarse en sectores clave, donde la urgencia de reparar fugas, montar instalaciones o gestionar averías reclama profesionales.
La lógica económica señala que a menor oferta y mayor demanda, mayores tarifas. Si la frecuencia de incidencias domésticas o industriales sigue constante, el costo por hora de quien las arregla se dispara. Un escenario plausible, sin medidas de formación o promoción del oficio.

La formación como motor de cambio y estrategia de futuro
Materializar esa potencial subida salarial implica una estrategia clara: dignificar y atraer talento a los oficios manuales. Desde políticas públicas hasta incentivos formativos, deben valorarse las formaciones profesionales (FP) como puertas de entrada a carreras estables y bien remuneradas.
José Elías lo advierte: “los oficios que nadie quiere hacer serán los mejor pagados”. No se trata de menospreciar la universidad, sino de equilibrar la oferta educativa con las necesidades reales del mercado. Además, la FP puede acortar tiempos de inserción laboral, reducir coste de oportunidad, y preparar perfiles adaptados a lo práctico y tangible.
La predicción de que un fontanero pueda cobrar hasta 200 € la hora no es un capricho alarmista; es una llamada de atención sobre una transformación silente del mercado de trabajo. Mientras la IA revoluciona tareas administrativas, es urgente colocar el foco en quienes realizan trabajos inmediatos, esenciales y difíciles de replicar por algoritmos.