Hombre de cabello canoso con chaqueta oscura y camisa blanca sonriendo en un entorno interior.

Jordi Díaz, Fede en 'El cor de la ciutat': Su lucha para superar una depresión

El actor se abre y explica su complicada historia

Los espectadores de TV3 aficionados a las series, tendrán a su personaje favorito. Durante cuatro décadas, se han emitido muchas telenovelas en la televisión pública de Catalunya. Poblenou, Secrets de Família, Estació d'Enllaç, Nissaga de Poder, Laberint d'Ombres, Ventdelplà, El cor de la ciutat, La Riera, Com si fos ahir... la lista es larga.

Igual que los personajes que marcan para toda la vida. Pasan los años y nos seguimos refiriendo a ellos por el nombre del personaje y no el nombre del actor o actriz. Podríamos decir que han quedado encasillados, pero lo cierto es que han continuado con su carrera. En Nissaga de Poder son muchos los ejemplos: Eulàlia Montsolís, Mateu Montsolís, Félix Monstolís...

Lo mismo sucede en Laberint d'Ombres, con el malo malísimo Salvador Borés, interpretado por Marc Cartes. O Peris, en el Cor de la Ciutat, interpretado magistralmente por Pep Anton Muñoz. O su mujer, Cinta, por una gran Margarida Minguillón. Y que decir de su hijo, David, interpretado por un jovencísimo Quim Gutiérrez. O Narcís Crespo (Ferran Carvajal), un joven muy cariñoso que tenía una discapacidad. 

Peris, Cinta, David o Narcís no son los únicos nombres que recordamos de 'El cor de la ciutat'. También está Fede. Un joven informal, simpático y caradura. El actor que lo interpretaba es Jordi Díaz. Muy guapo y con una gran voz. En un momento de la serie apareció gordo y descuidado por exigencias del papel. 20 quilos más. No era el mismo. 

Un grupo de personas sonríe mientras está reunido alrededor de una mesa en un ambiente interior, con un recuadro que muestra a un hombre hablando por teléfono.
Montaje en el que se ven los personajes de El cor de la ciutat y la foto de Gus | TV3, XCatalunya

Vida complicada de Jordi Díaz

El actor catalán ha explicado en una entrevista en el diari Ara que ha sufrido depresión. Se ha abierto y ha explicado su caso. Reconoce que fue a raíz de la muerte de su madre y que la compañía de su perro le ha ayudado mucho. 

"El año 2015 hago 40 años y mi madre muere de un ictus en Málaga después de pasar por cuatro hospitales aquel mismo día, negligencia médica. Después de aquel golpe sentí un dolor inexplicable y me aferré al trabajo para salir adelante. Me hundí, hacía la función de teatro y volvía a casa a llorar. Me abandoné, comía pizza y donuts y en el teatro empecé a tener síntomas extraños. Veía a la gente de lejos pero no de cerca, meaba una orina pegajosa, el brazo lo tenía de color azul. Pero tenía una depresión absoluta. Morirme me daba igual".

"Un sábado después de dos funciones fui al hospital de Can Ruti, me hacen pruebas y tengo el azúcar en 950. Era un coma con patas. Los médicos no entendían cómo podía estar consciente. Me diagnosticaron trombosis y diabetes al mismo tiempo. Con la depresión me convertí en una persona enfadada. Me sentía impotente por no haber estado cuando mi madre se moría. Todo eso me acompaña desde entonces", continuó.

"La crisis de Can Ruti me sirvió para plantearme si quería vivir. La tristeza sigue dentro mío pero me cuesta pedir ayuda, tuve una mala experiencia con un psicólogo y no he querido volver. No tenía ni ganas de trabajar y de todo lo que hacía me quedé solo haciendo un monólogo en el teatro. Sufrí problemas económicos importantes. Ahora he aprendido a convivir teniendo depresión pero tengo un trabajo interior por resolver. La alegría más grande que he tenido es Max, el perro que ha entrado por casualidad a mi vida y que amo con locura".

La explicación, larga y transparente, tiene el objetivo de ayudar a otras personas que se puedan sentir en la misma situación.