Un hombre sorprendido aparece frente a una mano que sostiene una bola de golf y un gran trozo de granizo, con un emoji de cara asombrada cubriendo parte de la imagen.

Francesc Mauri recuerda un hecho del pasado: 'Condiciones extremas...'

El meteorólogo advierte sobre la frecuencia de episodios extremos en lo meteorológico.

Francesc Mauri, meteorólogo veterano y referente en Catalunya, ha vuelto a encender las alarmas este mes de junio con una reflexión cargada de memoria y preocupación. “Condiciones extremas...”, ha dicho al recordar una serie de episodios que, según él, ya no son excepcionales. 

Mauri ha recordado varios episodios recientes que ilustran este cambio. Uno de los más graves ocurrió “hace tres veranos”, con una granizada devastadora en La Bisbal d’Empordà, donde cayeron piedras de más de 10 centímetros de diámetro. “No eran bolas de hielo: eran pelotas de béisbol”, contaron algunos testigos locales. 

Cristales rotos y tejados perforados

Pero no se trata de un caso aislado. Mauri ha hecho hincapié también en un episodio de hace un año en Sant Pere de Torelló, en la comarca de Osona. Una tormenta repentina arrasó el municipio con vientos fuertes y pedrisco contundente. Las imágenes posteriores mostraban calles cubiertas de cristales, coches con los parabrisas rotos y tejados literalmente agujereados.

Un presentador del clima en traje oscuro frente a un mapa meteorológico.
Francesc Mauri ofreciendo la predicción meteorológica. | TV3, Meteocat, XCatalunya

Aún más reciente ha sido el caso de Santa Pau, en La Garrotxa, donde hace apenas unos días otra gran tormenta descargó con violencia. “No es normal que el mismo patrón se repita con tanta frecuencia”, ha advertido el meteorólogo. “Estas condiciones extremas se están convirtiendo en una realidad habitual de nuestro clima veraniego”.

Una climatología transformada

Para entender mejor qué está ocurriendo, Mauri ha querido conversar con uno de los técnicos del Servicio Meteorológico de Catalunya, Tomeu Rigo, que sigue de cerca estos fenómenos. Rigo, en declaraciones a diversos medios, ha sido claro: “Lo que antes ocurría de forma muy puntual, ahora lo vemos prácticamente cada verano”.

Un hombre con auriculares aparece en primer plano sobre un fondo marino con peces y un gráfico de un pez negro con un contorno rojo y una flecha roja apuntando hacia él.
Mauri y un pescado desconocido en un montaje. | TV3, XCatalunya

Según el técnico del Meteocat, el aumento de las temperaturas globales, la presencia más constante de aire cálido y húmedo, y la inestabilidad atmosférica son ingredientes perfectos para generar tormentas muy violentas.

“El Mediterráneo actúa como una gran caldera en verano”, explica. “Cuando entra un frente o una pequeña bolsa de aire frío en altura, todo estalla”. Y ese estallido se traduce en precipitaciones torrenciales, rachas de viento fuera de lo normal y, sobre todo, granizadas que antes se consideraban excepcionales.

Consecuencias para el territorio

Este nuevo escenario tiene efectos muy concretos para la vida cotidiana de la población y para sectores como la agricultura, el turismo o la movilidad. Las aseguradoras reportan un aumento en las reclamaciones por daños en vehículos y viviendas. Los agricultores, especialmente los dedicados a la fruta, ven cómo sus cultivos pueden quedar arrasados en cuestión de minutos.

“El reto que tenemos no es solo predecir estas situaciones, sino preparar a la sociedad para convivir con ellas”, afirma Rigo. Para él, la previsión a corto plazo ha mejorado mucho gracias a la tecnología, pero lo que falta ahora es una mayor cultura del riesgo. “No podemos seguir pensando que estos son fenómenos puntuales. Han venido para quedarse”.

Un futuro lleno de interrogantes

Mauri concluye con una advertencia: “Si estas situaciones ya nos parecen normales, quizá el problema es que no hemos entendido aún la magnitud de lo que nos espera”. Para él, hace falta una reflexión profunda sobre cómo planificamos nuestros espacios urbanos, cómo gestionamos las emergencias y, sobre todo, cómo actuamos frente al cambio climático.

El recuerdo de piedras de 10 centímetros en La Bisbal ya no forma parte de una anécdota meteorológica, sino de una nueva realidad climática. Y la voz de alarma no viene solo de la memoria de Francesc Mauri, sino también del criterio técnico y riguroso de uno de los nombres de referencia del Meteocat: Tomeu Rigo.