La escena parecía estabilizada. Juan Carlos I lejos, la Corona en modo contención y un relato controlado en el verano balear. Sin embargo, algo se ha movido. En los pasillos de Marivent y de Zarzuela vuelve a resonar un nombre, una fecha y un temor. No es solo lo que el emérito quiera contar. Es quién le susurra, quién le acompaña y qué intereses arrastra a su alrededor.
Desde 2020, el padre de Felipe VI vive en Abu Dabi. Allí ha tejido un círculo reducido que ahora es objeto de un seguimiento más estrecho.
No es un movimiento judicial ni una operación policial. Es control blando, discreto y decidido, para minimizar daños antes de un otoño que puede torcer la imagen de la institución. La monarquía intenta blindarse, aunque siempre llega tarde cuando la sombra es la de su pasado reciente.

El cerco a las amistades del emérito en Abu Dabi
La preocupación no nace en el vacío. En Zarzuela se admite en privado que hay compañías que no ayudan. Se percibe que el emérito decide en solitario y que su entorno refuerza esa deriva. El mensaje interno es claro: identificar amistades problemáticas, cortar accesos y reducir la exposición del ex jefe del Estado en actos públicos o privados que puedan interpretarse como provocación.
Es una “lista negra” oficiosa, hecha de nombres que generan riesgo reputacional para la Corona. No hay comunicado, pero sí instrucciones: menos fotos, menos viajes y cero sorpresas. En los últimos días, esa inquietud ha vuelto a primer plano por la agenda editorial del propio Juan Carlos.
El libro que irrita a Zarzuela y la batalla por el 12 de noviembre
La publicación de sus memorias, “Reconciliación”, está fijada para el 12 de noviembre. La fecha no es inocente: coincide con el cincuentenario de la muerte de Franco y con el aniversario de la proclamación de Juan Carlos I, oficializada tres días más tarde.

Fuentes consultadas por analistas especializados describen malestar en Casa Real por el calendario y por el tono esperado del texto. A esa inquietud se suma un plan del emérito para presentarlas en persona en Madrid, una posibilidad que Gobierno y Zarzuela quieren desactivar para evitar un espectáculo mediático global que eclipse al actual monarca. El proyecto, coordinado literariamente por Laurence Debray y editado por Planeta, añade gasolina a la tensión entre padre e hijo.
Abdul Rahman El Assir, el amigo que más incomoda y por qué
Entre los nombres señalados, uno destaca por su carga explosiva: Abdul Rahman El Assir. La relación entre el empresario hispano-libanés y Juan Carlos I viene de lejos y se ha reactivado en Emiratos. Interpol reclamó a Abu Dabi su arresto en 2021 y 2022 por causas de fraude y otras investigaciones, mientras testigos lo situaban acompañando al emérito.
Ese vínculo, sobradamente documentado, es la mejor explicación del actual cierre de filas de Zarzuela: no se trata de chismorreo, sino de la constatación de que ciertas compañías añaden riesgo a cada movimiento del exmonarca. En medios de crónica social se ha descrito incluso una “guerra” soterrada con el clan El Assir, con el objetivo de apartarlo del radio de influencia del emérito.
Silencios oficiales y un otoño de alto voltaje institucional
No hay confirmación pública de una “lista negra” ni la habrá. La Casa del Rey evita entrar al barro y se limita a marcar distancias con el pasado, mientras Felipe VI preserva la agenda oficial. Pero la estrategia es evidente: desalojar a los viejos fantasmas antes de que “Reconciliación” reabra heridas y reescriba el relato. Si el emérito logra presentarse en Madrid, el choque será inevitable. Y si no lo hace, el libro ya habrá cumplido su función de devolverlo al centro del debate, justo donde la institución menos lo quiere.

No es la primera vez que Juan Carlos I tiene lo que se conocen como 'amistades peligrosas'. En el pasado otros personajes de la vida pública española como Manuel Prado y Colón de Carvajal o Mario Conde recibieron este calificativo.
Sabino Fernández Campo, quien fuera Secretario General y posteriormente Jefe de la Casa del Rey, tuvo que lidiar con todos estos problemas y 'amigos'. No le resultó fácil en una época en la que el Borbón acumulaba poder y tenía a la prensa totalmente domesticada.