Desde hace años se especula sobre un distanciamiento real entre los Reyes de España. Aunque las relaciones nunca se confirmó oficialmente, algunos episodios recientes, lo confirmarían. Es el caso de los choques constantes con su escolta. Unos desencuentros que ponen al límite al personal de seguridad de la Casa Real.
Un malestar creciente entre los escoltas de Letizia
Fuentes internas del entorno de la reina han trasladado al Ministerio del Interior su malestar. Según estas voces, los agentes encargados de su seguridad estarían siendo empleados en actividades ajenas a sus funciones oficiales. Los ejemplos serían presenciar citas privadas de la reina con un supuesto amante en un apartamento en el extranjero.
Este conflicto no resulta nuevo. La escolta defiende que su labor es proteger a la monarca, no encubrir episodios de su vida sentimental. Señalan que, pese a conocer fechas, locales y personas involucradas, no están autorizados a intervenir ni informar, lo que les deja atrapados entre el deber profesional y los intereses institucionales.

La dimisión de la “mano derecha” como señal de desgaste
En junio, María Dolores Ocaña, secretaria privada de Doña Letizia, anunció su salida por motivos personales. Muchos analistas consideran que esta salida responde a tensiones que rodean la vida íntima de la reina.
Nombrada en abril de 2024, Ocaña rompió un techo histórico, convirtiéndose en la primera mujer civil al frente del equipo privado de la Reina. Aunque Zarzuela justificó su renuncia por razones personales, algunas fuentes apuntan a un choque de valores tras detectarse un estilo de vida poco compatible con el rigor que exigía su función.
Este distanciamiento cobra más peso al coincidir con el episodio de la escolta. Si la secretaria se marchó por no compartir ciertas decisiones, ahora los escoltas evidencian una crisis interna vinculada directamente a situaciones privadas de la reina.

Reacciones oficiales y eco en redes sociales
La Casa Real mantiene un silencio cuidadoso. Aseguran que Ocaña deja el cargo por causas familiares sin relación con la vida pública de Letizia. El Ministerio tampoco ha confirmado el malestar entre su escolta, aunque fuentes internas han puesto el asunto en conocimiento de los mandos.
En redes, la indignación se mezcla con la curiosidad. Un usuario en X comentaba: “Si su escolta sabe tanto, ¿por qué no actúan? Es un problema institucional”. Otro decía: “Esto no es solo un romance, es un escándalo para la monarquía”.
Contexto histórico: de Juan Carlos a Felipe y Letizia
No es la primera vez que el personal real se ve implicado. Ya en la época de Juan Carlos I hubo situaciones similares, aunque con distinto alcance. Ahora, con la renovación de la monarquía, el personal de Letizia parece menos dispuesto a asumir funciones que exceden los límites profesionales.

La polarización entre deber protocolario y lealtad jocosa ha alcanzado un punto de quiebra. Queda por ver si la Casa Real reforzará sus protocolos internos o si optará por preservar la discreción a toda costa.
¿Qué puede pasar ahora?
Letizia deberá reestructurar su entorno cercano. La búsqueda de un relevo para Ocaña ya está en marcha, pero la atención ahora también se centra en reforzar la escolta. Es probable que se revisen los criterios de ocupación de plazas y funciones. De no tomarse medidas, el desgaste reputacional podría extenderse más allá de Zarzuela.
Ante este panorama, las preguntas son claras. ¿Podrá esta crisis interna convertirse en una oportunidad para modernizar la Casa Real o se convertirá en un nuevo episodio de desgaste para la monarquía española?
En los últimos meses, la reina ha perdido a dos aliados clave: su secretaria y parte de su escolta. La coincidencia no es casual. La institución se enfrenta a una crisis de fiducia y tareas que la rodean. El tiempo y las decisiones internas marcarán si esta sacudida se convierte en un cambio real o simplemente en otro escándalo silenciado.