Quien escuche hablar de Joan Manuel Serrat no tarda en evocar versos como los de Mediterráneo o Lucía. Pero más allá de los escenarios y de sus himnos inmortales, existe un lugar donde el artista baja el telón, se descalza y vuelve a ser simplemente Joan: su hogar. Una vivienda donde comparte la intimidad del día a día con su inseparable esposa, Candela Tiffón.
Durante décadas, el artista ha recorrido medio mundo, ha recogido premios y ha emocionado a varias generaciones, aunque, su corazón sigue anclado en un barrio antiguo de Barcelona. Es allí donde se encuentra su refugio, un hogar lleno de luz, detalles personales y una fuerte conexión con la naturaleza. ¿Cómo es el estilo de la casa que comparte con Candela? ¿Y por qué este espacio resulta tan simbólico para ambos?

El refugio más personal de Joan Manuel Serrat y Candela Tiffón guarda una historia
Serrat fue galardonado en 2024 con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, un reconocimiento a toda una vida dedicada a la música y a la cultura. En la ceremonia, acudió de la mano de Candela Tiffón, su esposa desde 1978, con quien ha compartido alegrías, viajes y momentos difíciles.
Lejos del ruido mediático, la pareja ha construido una vida discreta pero plena. En la actualidad, Serrat disfruta de sus días en esa vivienda acogedora donde lo cotidiano adquiere un significado poético. El músico es padre de tres hijos, uno de ellos nacido antes de su unión con Candela, lo que añade capas de complejidad y riqueza a su historia.
Esta búsqueda de serenidad se refleja también en sus palabras. En una entrevista con el periodista Carlos Marcos, a raíz del premio que recibió, el cantautor dejó una reflexión que resume a la perfección su estilo de vida:
"Con el tema de la pandemia y el encierro, yo, que tengo la fortuna de vivir en una casa unifamiliar y con un pequeño jardín, pude percibir un fenómeno maravilloso. Volvieron a aparecer los pájaros (…) Lo cual me llevó a desplazar mi atención del mundo de la lectura al mundo de la observación. A medida que vas perdiendo el tiempo, te das cuenta de lo escaso que es", explicó.

Joan Manuel Serrat y Candela Tiffón viven en una casa conectada con la naturaleza
La vivienda en la que residen Joan Manuel Serrat y Candela Tiffón es mucho más que una simple construcción. Es un espacio donde la estética, el entorno y la filosofía de vida se encuentran. Situada en una zona antigua de Barcelona, la casa refleja los valores que el artista ha defendido durante toda su trayectoria: sencillez, autenticidad y respeto por el entorno.
Alejada de los lujos estridentes, la casa destaca por su armonía con el paisaje urbano y natural que la rodea. Está diseñada para disfrutar de los pequeños placeres cotidianos: una lectura al sol, un café al aire libre, el canto de los pájaros al amanecer. El jardín, aunque modesto en tamaño, es el rincón favorito del artista, donde encuentra inspiración, calma y, sobre todo, conexión con lo esencial.
En el interior, la casa mantiene un estilo cálido y mediterráneo. Madera, piedra natural, textiles suaves y una paleta de colores neutros marcan la atmósfera. No hay espacio para ostentaciones, pero sí para los detalles con alma: fotografías familiares, libros, instrumentos musicales y recuerdos de viajes.
La iluminación es otro elemento clave. En su terraza, Serrat y Candela han instalado guirnaldas, velas y faroles que aportan calidez durante las noches. Este espacio exterior se convierte en una prolongación del alma artística de ambos: romántico, relajante y acogedor.
La vegetación tiene un papel protagonista. Hay flores de colores intensos, rosas, buganvillas, margaritas, y plantas con presencia como ficus o helechos. También han integrado elementos de agua, como una pequeña fuente decorativa, que aporta un murmullo similar al del mar que Serrat evoca en sus canciones.
Es indudable que la casa de Joan Manuel Serrat y Candela Tiffón no solo refleja su personalidad, sino que es también un símbolo de cómo vivir con coherencia y belleza. A través de cada rincón, se percibe la calma de quien ha elegido lo esencial por encima del ruido. Y quizás ahí, en ese jardín sereno, siga naciendo la mejor poesía.