Charlene y Alberto de Mónaco han sido, desde el primer día, una de las parejas reales más observadas del panorama internacional. Ella, una exnadadora sudafricana con una elegancia natural que ha conquistado a la prensa.
Él, el heredero del pequeño y glamuroso principado mediterráneo. Desde su boda en 2011, han estado bajo el foco constante, no solo por su rol institucional, sino también por los vaivenes de su relación.

El rumor de Charlene y Alberto de Mónaco es cierto
El matrimonio, que en principio parecía sellar una nueva etapa para la familia Grimaldi, no ha estado exento de polémicas. Los rumores de crisis han sido constantes. En más de una ocasión se ha dicho que hacen vidas separadas, e incluso que estarían unidos por un contrato económico.
El diario francés Voici llegó a afirmar que Charlene recibiría 12 millones de euros al año por mantenerse junto a Alberto. Sin embargo, desde palacio siempre se ha negado esta versión, insistiendo en que el vínculo entre ambos es real y sólido.
A las tensiones personales se sumaron los escándalos políticos. En 2021, la publicación de Les Dossiers du Rocher puso en jaque al principado. Allí se hablaba de supuestos casos de corrupción entre los asesores más cercanos al príncipe.

Aunque Alberto se vio implicado de forma indirecta, logró esquivar las consecuencias más graves. "Es una persona débil. No digo que sea una mala persona; creo que su corazón está en el lugar correcto, pero evita la confrontación", declaró una periodista.
La familia Grimaldi está feliz
Todo esto ha impactado en la imagen pública del príncipe. No ayuda que su juventud estuviera marcada por fiestas, escándalos y relaciones fuera del matrimonio. Tiene, de hecho, dos hijos nacidos antes de su boda con Charlene.

Aun así, el nacimiento de Jacques y Gabriella, en 2014, trajo algo de estabilidad a su vida privada y al futuro de la dinastía. A pesar de las críticas, Charlene se ha mantenido firme. Ha defendido a su esposo y ha trabajado para limpiar su imagen.
Para muchos, ella ha sido clave para mantener no solo la fachada del matrimonio, sino también el legado de los Grimaldi. Aunque la felicidad de la pareja siga siendo puesta en duda, ambos siguen mostrando unidad ante el mundo.