El dietario en forma de newsletter que ha abierto Maria Nicolau es todo un regalo para sus numerosos seguidores. El estilo inconfundible, directo, sin censuras ni concesiones de ningún tipo que caracterizan a la famosa y demoledora cocinera catalana, tienen un gran espacio de acogida en esta forma de comunicación abierta.
Hace unos días nos hacíamos eco de un surrealista episodio vinculado a su entrada en los estudios de TV3 y las severas medidas de seguridad que requieren de una detallada revisión del automóvil, pero que no evitó que entrara con un jabalí todavía sanguinolento. En otro de los relatos surgidos de su propia experiencia, la mediática colaboradora del programa Tot es mou de Helena García Melero, nos ofrece otro gran regalo mediante el uso de un sarcasmo con el que envuelve unas palabras tan entrañables como delirantes.
Aquellos maravillosos años
El motivo de esta otra experiencia personal y su deseo de compartirlo con sus seguidores, ha porovocado el viaje en el tiempo hasta sus días como estudiante de EGB y, más concretamente el recuerdo de una de esas salidas escolares tan propias de la época. La fábrica de galletas LU fue testigo de una de las poco convencionales actitudes de Maria Nicolau.
"Cada año, los alumnos de quinto de EGB del centro habían ido, durante décadas, por tradición, a visitar la fábrica de la LU, donde hacían las galletas Príncipe de chocolate y los Dinosaurios. Fuimos nuestra clase y, a resultas de la visita, el colegio quedó vetado para siempre en las instalaciones. Éramos unos salvajes y unos muertos de hambre de tal calibre que nos metimos dentro de las máquinas en marcha a robar galletas calientes como benditos. Les desanimamos toda la cadena de producción".
Nicolau nos cuenta también las conclusiones de todo ello, sin perder ni un ápice de su demoledor estilo: "El abucheo fue de proporciones épicas. Nos castigaron sin ir de colonias, pero no fue un drama. Al parecer no nos perdimos gran cosa. Los de la clase de los bonos sí fueron, y se ve que hicieron un juego de noche en Coma-ruga y no fueron capaces de encontrar las bolsas gigantes de palomitas que los monitores habían escondido enterradas en la arena de la playa . Ya me dirás, palomitas remojadas por la brisa marina, qué mierda de juego de noche y de recompensa. La de la LU fue la mejor salida escolar de todas las que recuerdo".