En un nuevo capítulo de su vida pública, la princesa de Gales ha desatado comentarios en Reino Unido. Lo que parecía una visita protocolaria a Escocia —en su papel de madrina del HMS Glasgow— ha despertado un acalorado vuelco mediático por un detalle que muchos consideran contradictorio.
El viaje poco discreto
El pasado 22 de mayo, Kate Middleton aterrizaba en Glasgow a bordo de un jet privado Embraer Legacy 600, según han revelado fuentes externas. El lujoso avión —alquilado a través de Luxaviation— tiene capacidad para 13 pasajeros y un coste estimado de entre 5.700 y 11.000 € por hora. El vuelo, de ida y vuelta, se presupone superior a los 25.000 €, una cifra que ha generado malestar entre quienes perciben incoherencia entre su discurso verde y su elección de transporte.
El anuncio real y el bautizo del HMS Glasgow
Pocas horas después de su llegada, Kate participó en la ceremonia de bautizo de la fragata antisubmarina HMS Glasgow. Rompió una botella de whisky scotch y pronunció la emblemática frase: “Tengo el placer de nombrar este barco HMS Glasgow, que Dios lo bendiga…”. Su elegancia y buena disposición eclipsaron momentáneamente la polémica… hasta que los focos volvieron al jet.

¿Coherencia o contradicción?
La princesa es conocida por reciclar looks y defender la sostenibilidad en sus discursos y actos públicos. Sin embargo, el uso de un avión privado de alto coste ambiental y económico ha sido criticado en redes y medios.
Muchos ven una falta de coherencia entre la imagen progresista de Kate y su decisión de privilegio. En plataformas sociales, usuarios comentan que la acción “choca con su defensa del medio ambiente”. También critican a la “realeza moderna”, que predica el consumo responsable, pero recurre a desplazamientos de lujo.
No obstante, otros defienden su elección. Estos argumentan que se trata de una visita oficial con protocolos de seguridad estrictos y razones logísticas que justifican el transporte.

Réplicas oficiales y contexto real
Desde Kensington Palace no ha habido un posicionamiento público sobre el coste o los motivos del jet privado. El silencio habitual de la Casa Real británica, para evitar entrar en detalles financieros sobre desplazamientos oficiales, contrasta con el estridente debate surgido en medios digitales.
Este incidente llega en un contexto en el que Kate recupera visibilidad tras su batalla contra el cáncer. Desde principios de 2024 ha sido protagonista de titulares relacionados con su salud y ética profesional. Ahora la atención vuelve a centrarse en su coherencia personal y pública.
¿Qué mensaje manda realmente?
La polémica no solo es sobre cifras o emisiones, sino sobre la percepción pública de una figura que, tras combatir una enfermedad y asumir una agenda más sostenible, elige un transporte considerado innecesario. Para algunos, es un atentado al discurso ecologista. Para otros, un gesto justificable dentro de la rigidez de sus funciones oficiales.

Este episodio lanza dos preguntas fundamentales: ¿puede encajar una imagen sostenible con desplazamientos privados de lujo? El debate sigue abierto. Lo que es seguro, es que este es otro ejemplo del eterno choque entre protocolo real y expectativas ciudadanas.
En resumen, Kate Middleton ha generado controversia en Reino Unido por elegir un jet privado para un compromiso real en Escocia, lo que choca con su discurso ecológico. Aunque muchos critican la contradicción, otros recuerdan que ella actúa dentro de estructuras reales complejas. Su silencio oficial solo añade más leña al debate.