Desde hace semanas, el rumor circula en ámbitos institucionales: Felipe VI estaría impulsando discretos movimientos en favor del regreso de Juan Carlos I. No es solo nostalgia familiar. Detrás hay una estrategia compleja, sostenida en urgencias médicas y sopesada presión política.
Reuniones confidenciales con expresidentes
El punto de partida de esta operación son cuatro encuentros secretos del monarca con Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Según fuentes, cada conversación tocó la agitación en el PSOE —cuyo epicentro es el caso Santos Cerdán— y, de forma paralela, el retorno del emérito. Las citas se celebran bajo máxima reserva. La confidencialidad evita filtraciones y permite explorar alternativas sin comprometer a Palacio ni a Moncloa.
Estado de salud que precipita decisiones
A sus 87 años, Juan Carlos I enfrenta una artrosis avanzada que limita su movilidad, además de un principio de deterioro cognitivo leve. Médicos consultados alertan de episodios de confusión y dependencia crecientes. Esta combinación de factores habría llevado a Felipe VI a prometer a su padre que podría regresar en caso de una operación de alto riesgo o en un estado terminal —aunque no hay confirmación oficial de estos escenarios. El reloj biológico corre, y la salud del emérito es cada vez más frágil.

Posiciones de los expresidentes
Las cuatro figuras consultadas no han mostrado reticencias públicas. Cada uno mantiene su postura, pero en privado ninguno cierra la puerta al regreso. Esa prudencia es valiosa para Felipe VI. Sabe que precisa respaldo político para evitar un nuevo terremoto institucional. Queda claro que nadie en ese círculo marca oposición frontal. Así, busca legitimidad social y política antes de cualquier paso.
Estabilidad de la Corona
La figura de Juan Carlos I sigue siendo controvertida. Escándalos financieros y relaciones polémicas —como las vinculadas a Corinna o Bárbara Rey— han dañado su prestigio. Sin embargo, para muchos sigue siendo un símbolo de la Transición, pieza clave en la consolidación de la democracia. Felipe VI pretende recuperar ese legado sin reabrir heridas.
El traslado a Portugal: intermedio conductual
Mientras tanto, el emérito se encontraría preparando su próximo destino. Hay negociaciones para su traslado definitivo a Portugal —posibles residencias en Cascais o Estoril— lo que suaviza su ausencia en España. Este movimiento serviría para ganar tiempo y retomar apoyos sin comprometer directamente la figura del rey en funciones.

Regreso: mucho más que un asunto familiar
La batalla por el regreso de Juan Carlos I no es solo un asunto familiar. Es una maniobra política. Felipe VI mueve piezas con cautela para construir un entorno favorable. El objetivo es claro: reconciliar pasado y presente sin minar la credibilidad de la Corona. Pero, ¿habrá un consenso que permita ese retorno sin grietas institucionales?
Felipe VI actúa con paso firme, combinando presión política, urgencias médicas y estrategia mediática. Tiene delante un desafío delicado: devolver al rey emérito sin desapegarse de la modernización que representa su propia figura. El tiempo y la discreción dictarán si esta operación es reversible o irreversible.