En las últimas semanas, Anna Gabriel, exdiputada de la CUP, ha vuelto a generar titulares gracias a una nueva entrevista en el programa digital La turra, conducido por la periodista Alba Riera. Aunque el interés principal estaba centrado en aspectos políticos —Gabriel vivió casi cinco años en Suiza tras el referéndum del 1 de octubre—, uno de los momentos más comentados del encuentro ha sido la pregunta sobre su vida privada, en especial la relación que mantiene con Jordi Évole.
Lo sorpresivo de esta parte de la conversación fue que Riera no mencionó explícitamente el nombre del periodista; sin embargo, la insinuación era clara. Gabriel, fiel a su discurso habitual, habló con franqueza: admitió comprender la curiosidad del público, pero también dejó caer su crítica hacia los medios que se nutren de lo personal. Resaltó, con su habitual coherencia, que lleva tiempo acostumbrada a ser objeto de comentario, dado que vive en un pueblo, Sallent, donde prácticamente nadie puede mantener su privacidad al completo.
![Dos personas sentadas en sillas rojas al aire libre durante una transmisión en vivo. Dos personas sentadas en sillas rojas al aire libre durante una transmisión en vivo.](/filesedc/uploads/image/post/juliana-canet-maresme_1200_800.webp)
El revuelo no vino solo por la confirmación de su relación con Évole, sino también por la mención de su “desencanto” con la repercusión que tuvo la noticia. Gabriel fue tajante al decir que “no desea” que las cuestiones sentimentales sean parte de la agenda mediática, pero entiende cómo funciona el ecosistema informativo. Recordó esa visión tan característica de su formación política: “lo personal es político”, y que no va a desdecirla ahora.
Ahí entra Juliana Canet, la joven comunicadora y ‘instagramer’ con un alto perfil en redes. Tanto ella como otros nombres en la órbita de la comunicación digital han criticado en algún momento la cobertura “chismosa” que a veces salpica la escena pública catalana. Según fuentes cercanas, Canet cuestionó el rol de algunos periodistas en la divulgación de la vida privada de figuras políticas.
En ese sentido, Gabriel alzó la voz contra esa dimensión de la esfera mediática, sin señalar directamente a Canet, pero dejando un mensaje crítico claro: “cuesta entender” que se dedique tiempo y recursos públicos a ciertos temas que, en su opinión, no aportan gran valor al debate público.
![Una persona con una camiseta verde está sonriendo y levantando el pulgar en una sala de estar con paredes amarillas y varias fotos y cuadros en la pared, con un logotipo amarillo y blanco en la esquina inferior derecha. Una persona con una camiseta verde está sonriendo y levantando el pulgar en una sala de estar con paredes amarillas y varias fotos y cuadros en la pared, con un logotipo amarillo y blanco en la esquina inferior derecha.](/filesedc/uploads/image/post/juliana-canet-a-catalunya-radio_1200_800.webp)
Crítica a los medios de comunicación públicos
Así, la polémica se perfila: si bien Gabriel acepta la curiosidad colectiva, sugiere que la prensa, en especial la ligada a medios públicos, debe manejar un límite. Bajo ese prisma, la exdiputada de la CUP se une a la reflexión de si el periodismo ‘rosa’ o el ‘chisme’ tienen cabida en radios y televisiones financiadas por todos.