Alberto II lleva dos décadas como jefe de Estado de uno de los países más pequeños y exclusivos del mundo. Hijo del príncipe Rainiero III y de Grace Kelly, ha intentado construir una imagen moderna, comprometida con el medioambiente y activa en la diplomacia internacional.
Su figura ha estado marcada por contrastes: desde escándalos personales hasta gestos de liderazgo global. En estos 20 años, ha buscado posicionar a Mónaco como algo más que un destino de lujo. Sin embargo, no siempre ha logrado despejar las dudas que rodean al Principado.

Alberto de Mónaco y su inesperado cambio de planes
El mes pasado, Alberto II celebró su vigésimo aniversario en el trono con un acto público en la Plaza del Palacio. El evento combinó la solemnidad de la monarquía con un tono cercano y mediterráneo. El príncipe apareció junto a Charlene, y sus hijos mellizos.
La familia ofreció una imagen cuidada, casi de cuento, en un escenario que parecía diseñado para reforzar la narrativa oficial del principado. Sin embargo, ahora, han surgido nuevas críticas sobre la transparencia financiera de Mónaco.
La Comisión Europea ha vuelto a señalar al país como territorio con riesgo de blanqueo de capitales. Esta advertencia llega en un momento delicado, justo cuando Alberto intenta consolidar su legado como líder ético y reformista.

Jacques es el príncipe heredero de Mónaco
Aunque en 2009 logró sacar a Mónaco de la lista negra de paraísos fiscales, las sospechas sobre las finanzas del principado no han desaparecido. A pesar de estos cuestionamientos, hay un ámbito en el que Alberto II ha destacado sin fisuras: el medioambiental.
En 2006 realizó una expedición al Polo Norte que marcó el inicio de su compromiso ecológico. Desde entonces, ha impulsado la Fundación Príncipe Alberto II, centrada en la conservación marina y la lucha contra el cambio climático. Su agenda verde es una de las más activas.

En el terreno diplomático, el príncipe ha sabido moverse con habilidad. Ha mantenido relaciones con líderes de todo el mundo y ha logrado que Mónaco tenga presencia en escenarios internacionales relevantes.
Su estilo discreto, pero efectivo, le ha permitido mantener el equilibrio entre tradición y modernidad. A 20 años de su ascenso, Alberto II sigue siendo una figura compleja. Entre el lujo y las exigencias del poder, su reinado continúa navegando en aguas que no siempre son tranquilas.