Camila se ha convertido en una de las voces más activas dentro de la familia real británica en la lucha contra la violencia de género. A lo largo de los años ha patrocinado organizaciones, pronunciado discursos impactantes y liderado iniciativas para visibilizar esta problemática.
Sin embargo, lo que pocos sabían es que su compromiso con esta causa tiene una raíz profundamente personal. Así lo recoge el nuevo libro de la periodista Valentine Low, Power and the Palace: The Inside Story of the Monarchy and 10 Downing Street.

Admiten que los rumores sobre la reina Camila son ciertos
Camila vivió un intento de agresión sexual cuando tenía apenas 16 o 17 años. El episodio ocurrió en un tren rumbo a la estación de Paddington, en Londres, cuando un hombre comenzó a acercarse de forma inapropiada.
La reina habló de esto con Boris Johnson durante su etapa como alcalde de Londres. Fue su entonces director de comunicación, Guto Harri, quien relató la conversación. "Estaba en un tren camino a Paddington —tenía unos 16 o 17 años— y un tipo movía la mano cada vez más lejos".
Johnson quiso saber cómo reaccionó y la respuesta fue tajante: "Hice lo que mi madre me enseñó. Me quité el zapato y le di un taconazo en los testículos". Lejos de quedarse bloqueada, Camila actuó con calma.

"Ella tenía suficiente serenidad cuando llegaron a Paddington como para saltar del tren, encontrarse con un hombre uniformado y decir: ‘Ese hombre me acaba de atacar’, y fue arrestado", añadió Harri.
Isabel II estaría en shock
Aunque el Palacio de Buckingham ha preferido no pronunciarse, la revelación marca un antes y un después en la figura de la reina. Acostumbrada a mantener una imagen pública sobria, esta confesión representa un paso valiente en la visibilización del abuso.

Probablemente, la fallecida Isabel II se habría quedado atónita al ver cómo un asunto tan íntimo se volvía público. Su reinado se caracterizó por la discreción y el hermetismo. Sin embargo, Camila representa una nueva etapa en la monarquía.
Su testimonio no solo humaniza a una figura, sino que también envía un mensaje claro: hablar importa, denunciar importa y actuar importa. En una institución tradicionalmente reservada como la Casa Real, este gesto rompe barreras.