La tranquilidad sigue siendo un lujo desconocido en Mestalla. El Valencia atraviesa una de sus épocas más difíciles tanto a nivel deportivo como institucional. La afición, cansada de la inestabilidad y los malos resultados, se enfrenta a meses que prometen ser complicados. En el campo, los números reflejan una dinámica preocupante; fuera de él, la tensión entre los aficionados y la directiva no deja de crecer.
Rubén Baraja, quien llegó como un salvador hace dos temporadas viendo cómo su posición como entrenador se tambalea. El Valencia ha registrado su peor inicio de LaLiga en toda su historia, superando incluso la nefasta campaña que llevó al club al descenso en 1986. En los primeros 14 partidos, el equipo apenas ha conseguido 10 puntos de 42 posibles, con solo dos victorias, cuatro empates y ocho derrotas. Actualmente, ocupa la penúltima posición en la tabla, y la reciente derrota en casa contra el Rayo Vallecano ha encendido todas las alarmas.
Tras este tropiezo, los cánticos de "Pipo vete ya" resonaron con fuerza en Mestalla. A pesar de las críticas, la directiva decidió darle un margen de tres partidos más para intentar revertir la situación. Sin embargo, según las últimas informaciones, si el Valencia no gana al Valladolid este viernes, Baraja podría ser destituido de inmediato; Héctor Gómez comentaba esta posibilidad en su programa Tribuna VCF. Este periodo incluye enfrentamientos cruciales contra rivales directos como el Espanyol y el Alavés, además de los vallisoletanos, equipos que también luchan por evitar el descenso.
La continuidad de Baraja no solo depende de los resultados. Su contrato, renovado este verano, tiene una cláusula que le asegura un salario de siete millones de euros por las próximas dos temporadas. Esto complica su despido desde el punto de vista económico, pero parece que Peter Lim está dispuesto a asumir el coste si los malos resultados persisten.
Quique Sánchez Flores, la solución
En caso de que se concrete la destitución, la directiva ya tendría un plan B. Quique Sánchez Flores, una figura con historia en el club, sería el candidato elegido para liderar al Valencia en este momento crítico. Sánchez Flores tiene un vínculo especial con el club, tanto como jugador durante una década, de 1984 a 1994, como entrenador entre 2005 y 2007. En esta última etapa, logró clasificar al equipo para la Champions League y llegó a los cuartos de final del torneo.
El técnico madrileño, que está sin equipo desde que finalizó su contrato con el Sevilla en junio, sería la apuesta para devolver al Valencia la competitividad. Su experiencia en gestionar situaciones complicadas y su profundo conocimiento del entorno valencianista lo convierten en una opción atractiva. Además, su regreso podría servir como un gesto hacia la afición, que en su mayoría guarda buenos recuerdos de su etapa anterior.
Otros clubes de LaLiga han demostrado que un cambio en el banquillo puede ser el revulsivo necesario. Equipos como Las Palmas, que estaban en zona de descenso, han salido del pozo tras modificar su cuerpo técnico. En el caso del Valencia, parece que la única forma de evitar un desastre histórico pasa por tomar medidas drásticas. Aunque eso sí, ahora todas las miradas en el entorno del Valencia están fijadas en volver del José Zorrilla el próximo viernes con los tres puntos en el bolsillo.