Es habitual que futbolistas que prometían mucho finalmente acaben teniendo una carrera más bien discreta. Algunos por lesiones, otros por mala cabeza y otros simplemente por mala suerte, pero muchas promesas se quedan en el camino. Ocurre en el fútbol y ocurre en otros deportes.
Hoy recordaremos a Mario Rosas, un claro ejemplo de futbolista que encandiló a su equipo, en este caso el Fútbol Club Barcelona, con sus actuaciones en las categorías inferiores pero que finalmente no ha podido triunfar. Un caso más reciente sería el de Bojan Krcic, aunque el español de origen serbio sí llegó a destacar en el primer equipo. Su carrera fue de más a menos hasta acabar retirándose en el Visel Kobe junto a Andrés Iniesta. Pero esta ya es otra historia y ya hablaremos de ella otro día con más detalle.
No hay ninguna duda que uno de los hombres más influyentes en la historia del Barça ha sido Xavi Hernández. El egarense se crio en La Masía, amamantó el ADN Barça y luego lo llevó al primer equipo para ganar todos los títulos posibles. Lo que ha conseguido, lo ha hecho él solo; por su talento y su habilidad, pero, aun así, se antoja complejo comprender la evolución de Xavi en La Masía sin la compañía de uno de sus colegas inseparables de esa época, Mario Rosas.
Y es que este jugador malagueño y Xavi fueron uña y carne en las categorías inferiores del Barça. Ambos tenían una proyección abismal y desde el club les veían como grandes perlas del futuro. De hecho, ambos fueron llamados para entrenar con el primer equipo el mismo día, cuando tenían 17 años. Sin embargo, hubo una única diferencia entre ellos, la que explicó por qué uno llegó lejos y el otro no: la paciencia.
La mala decisión de Mario Rosas
La carrera de este joven prometedor se truncó cuando, con 21 años, en el verano del año 2000, decidió poner punto y final a su etapa en el Barça. Lo hizo porque todavía se encontraba en el filial culé y él lo que sentía que quería y necesitaba era disponer de minutos en un equipo de Primera División. Y por eso se marchó al Deportivo Alavés.
Ese año fue uno de los más prodigiosos de la historia del club babazorro, pues incluso llegaron a disputar la final de la Copa de la UEFA, actual Europa League. Lo hicieron frente al Liverpool y rozaron la gloria con la yema de los dedos, pues perdieron por un apretado 4-5. No obstante, aquel curso no fue nada sencillo para Mario Rosas en Vitoria y tampoco jugó mucho; 237 minutos en toda la temporada repartidos en 9 encuentros.
Por eso, sólo un año después de haber llegado a Mendizorroza, decidió marcharse y buscar un equipo de una división inferior donde sí poder disponer de mucho protagonismo. Y ya nunca más volvió a pisar la Primera División. En Segunda jugó con la UD Salamanca, Cádiz, Castellón, Real Murcia, Huesca, Hércules y Eldense; en Segunda B lo hizo con el Girona. También tuvo una breve experiencia de media temporada en el fútbol de Azerbaiyán.
Con todo, en 201 decidió terminar una trayectoria futbolística que había transcurrido sin pena ni gloria. Y se adentró en el rol de entrenador. En la actualidad es uno de los integrantes del cuerpo técnico del AC Bellinzona de la Segunda División de Suiza; la semana pasada se cumplió un año desde que decidió sumergirse en esta aventura del fútbol helvético.