Lo que empezó como un ejercicio de humildad terminó en una gesta histórica. Un matrimonio catalán quiso dar a su hijo una enseñanza vital: que aprendiera a convivir con la derrota. Para ello, lo inscribieron en una categoría muy superior a la suya, con rivales mucho mayores y experimentados.
El escenario elegido fue el Campeonato de España sub-19 de tenis de mesa. Allí, un niño de apenas 11 años debía enfrentarse a jóvenes de hasta ocho años más. La diferencia física era evidente, y el plan parecía claro: recibir un baño de realidad y seguir aprendiendo.
El niño los superó uno a uno. Contra todo pronóstico, terminó proclamándose campeón nacional sub-19. El pequeño confesó al acabar que sintió la presión de sus rivales. “Ellos son más grandes, pero se ponen nerviosos porque saben que soy un niño. Era mi momento para enseñar quién soy”.

Un nombre que empieza a sonar fuerte
A mitad del torneo, el asombro se extendió entre organizadores y público. Y el nombre de Ladimir Mayorov comenzó a repetirse con insistencia en el recinto. Su dominio en la mesa no dejaba lugar a dudas.
No se trataba de una casualidad. Ladimir llevaba tiempo mostrando unas condiciones excepcionales. Él mismo contaba que había cogido una pala de tenis de mesa antes incluso de aprender a caminar. Sus reflejos, su disciplina y una técnica depurada lo han convertido en una joya del deporte español.

Entre la disciplina y el talento natural
De origen ucraniano y ruso, pero nacido y criado en Catalunya, Ladimir se siente plenamente español. Sus padres llegaron al país en el año 2000 y desde pequeño le inculcaron tanto la disciplina como el amor por el aprendizaje.
Su madre explicó tras la victoria que el objetivo no era el título. “Queríamos que aprendiera a perder, porque también es importante”, comentó. El padre reforzó la idea: “Las derrotas enseñan tanto como los triunfos”. La realidad, sin embargo, fue que su hijo convirtió la supuesta derrota en un éxito absoluto.
Una carrera que ya trasciende fronteras
La hazaña en el campeonato nacional no es un hecho aislado. Con apenas 12 años recién cumplidos, Ladimir ya se había proclamado subcampeón de Europa en la categoría sub-15. Este logro internacional confirmó que lo suyo no era una moda pasajera.
Su rendimiento ha abierto un debate en el mundo del deporte. ¿Cómo gestionar el talento precoz sin quemar etapas demasiado rápido? ¿Debe un niño prodigio enfrentarse siempre a categorías superiores? Lo cierto es que su caso ha puesto sobre la mesa la dificultad de equilibrar formación y éxito.
Los padres, entre orgullo y prudencia
Pese a la euforia por la victoria, los padres de Ladimir mantienen un tono cauteloso. Orgullosos, sí, pero también conscientes de la presión que puede recaer sobre su hijo. “Ahora estamos pensando dónde apuntarlo para que, de verdad, aprenda a perder”, dijo su madre con ironía.
La frase refleja una paradoja: cuanto más intentan sus padres que conozca la derrota, más victorias cosecha. El niño parece destinado a sobresalir allá donde compite, independientemente de la categoría.
El futuro de un prodigio
El triunfo de Ladimir Mayorov en el Campeonato de España sub-19 ha traspasado el ámbito deportivo. Su historia ya circula en redes sociales como ejemplo de talento precoz, esfuerzo y superación. Para muchos, representa la esperanza de un futuro campeón mundial en tenis de mesa.

