El Santiago Bernabéu vivió una de las noches más desoladoras para el Real Madrid en el último Clásico, con una derrota aplastante de 0-4 ante un Barcelona arrollador en la segunda mitad. El equipo de Carlo Ancelotti no encontró respuestas ante la intensidad y disciplina táctica del conjunto dirigido por Hansi Flick, que dominó en todas las facetas del juego. Además de la goleada, el partido terminó con una inesperada polémica entre ambos banquillos, desatada por la celebración del último gol del Barcelona y las actitudes del cuerpo técnico azulgrana.
Desde el inicio, el encuentro se presentaba como una prueba importante para medir el nivel de ambos equipos. El FC Barcelona llegó al Bernabéu como líder, exhibiendo un estilo que, aunque más directo y menos centrado en la posesión que en épocas pasadas, ha demostrado ser altamente efectivo.
Por su parte, el Real Madrid, con sus estrellas en ataque, especialmente Vinicius y Mbappé, planteó un esquema sólido y con buena disposición, aunque su rendimiento se fue desmoronando a medida que avanzaba el segundo tiempo.
Equilibrio en la primera mitad
En la primera mitad, el equilibrio fue la nota predominante. Aunque los dos equipos buscaron la portería rival, las ocasiones claras fueron contadas. El Barça tuvo las oportunidades más peligrosas, con un disparo de Lamine Yamal en mano a mano que se fue desviado y otro remate de Pedri que fue detenido sin problemas por Lunin. El Madrid también buscó sus opciones, especialmente al contragolpe, pero la defensa adelantada del Barça, bien coordinada por los centrales, frustró constantemente a Mbappé, que cayó en fuera de juego en repetidas ocasiones.
El segundo tiempo cambió drásticamente el ritmo del partido. Flick realizó algunos ajustes tácticos, y el Barça mostró su mejor versión. Los goles no tardaron en llegar: el primero vino de una jugada de Casadó que leyó a la perfección el movimiento de Lewandowski. Sin la presión adecuada de los centrales, el polaco se encontró solo para anotar el 0-1. Poco después, Balde envió un centro que el propio Lewandowski remató sin oposición, aumentando la ventaja a 0-2 y dejando al Madrid sin reacción.
A medida que avanzaba el partido, el dominio del FC Barcelona se hacía más evidente, y la frustración de los jugadores del Real Madrid, más palpable. Ancelotti intentó cambiar la dinámica dando entrada a Modric, buscando aprovechar la velocidad de Vinicius y Mbappé, pero la defensa azulgrana se mantuvo firme. En uno de los pocos intentos claros del Madrid, Mbappé volvió a fallar en un mano a mano que podría haber recortado la distancia en el marcador. La estocada final llegó cuando Dani Olmo, recién ingresado, encontró a Raphinha entre líneas, y el brasileño asistió a Lamine para el tercer gol. El marcador reflejaba un 0-3 que dejaba al Madrid sin opciones de remontar.
El gol que desató la polémica
La tensión llegó a su punto álgido en el último tanto de los culers, anotado por Raphinha. Lucas Vázquez calculó mal un balón a sus espaldas, permitiendo que Raphinha picara el balón por encima de Lunin y sellara el 0-4 definitivo. Esta acción desató la euforia del banquillo azulgrana, que salió a celebrarlo con intensidad, algo que incomodó al técnico del Real Madrid. Carlo Ancelotti se mostró especialmente molesto al ver a algunos miembros del cuerpo técnico del Barça, incluido el asistente de Flick, Marcus Sorg, invadiendo el área técnica del Madrid durante la celebración.
Finalizado el encuentro, Ancelotti no ocultó su frustración y se dirigió directamente a Flick para expresarle su descontento. Aunque el entrenador alemán no fue el objetivo directo de la queja, el italiano consideró inapropiada la actitud de Sorg, que celebró el gol delante del banquillo madridista. En rueda de prensa, Ancelotti explicó: "Ha pasado algo con el entrenador asistente, no con Flick. No ha sido un señor al celebrar delante del banquillo. Se lo he dicho a Flick y estaba de acuerdo”.
La tensión entre ambos banquillos persistió incluso después del pitido final. Tras el saludo protocolario entre los entrenadores, Ancelotti volvió a dirigir una mirada de desaprobación a Sorg, haciendo un gesto de “no” con los dedos mientras se dirigía, visiblemente irritado, al túnel de vestuarios. La goleada y el desencuentro dejaron un sabor amargo para el técnico italiano.