Gráfico de barras con flecha ascendente superpuesto sobre una imagen de una presa y un paisaje natural.

Última hora de la sequía: El embalse cuya capacidad más ha crecido en el último año

Las lluvias de los últimos meses han ido muy bien

Catalunya, históricamente caracterizada por su diversidad de paisajes y recursos hídricos, se encuentra de nuevo en el centro del debate sobre la gestión hídrica. Tras varios años marcados por la incertidumbre, la atención mediática y social gira en torno al estado de los embalses en Catalunya, auténticos termómetros del equilibrio entre el agua disponible y la demanda de la población, la agricultura y los ecosistemas.

La presión sobre este recurso vital nunca ha sido tan evidente, y el comportamiento de los embalses es clave para anticipar los próximos meses. Pero, ¿qué señales nos están dando estos grandes reservorios y hasta qué punto hay motivos para la esperanza o la preocupación?

Situación actual de los embalses catalanes

La radiografía hidrológica más reciente, actualizada a 18 de mayo de 2025, revela un panorama que, aunque desigual, es objetivamente mucho más positivo que el vivido hace apenas un año. En términos globales, los embalses internos de Catalunya alcanzan actualmente un 78,7% de su capacidad máxima, sumando 546,45 hectómetros cúbicos de los 694,45 posibles.

Pantano de Sau
El embalse de Sau | ACN

Esta cifra contrasta de forma espectacular con el 26,5% registrado en la misma fecha de 2024, cuando la sequía golpeaba con especial dureza y el volumen embalsado apenas superaba los 184 hm³.

Estos porcentajes reflejan el llamado porcentaje de llenado, indicador esencial para comprender la disponibilidad real de agua. En el lenguaje técnico de la gestión hídrica, valores por debajo del 40% suelen situar los embalses en nivel crítico, con consecuencias inmediatas sobre las políticas de abastecimiento, restricciones y planificación de usos agrícolas e industriales.

Embalses destacados: Foix lidera la recuperación

Entre los diferentes embalses de Catalunya, uno destaca de manera excepcional: el embalse de Foix. Ubicado en Castellet i la Gornal, Foix ha protagonizado el mayor crecimiento relativo del último año. Si en mayo de 2024 apenas contenía 2,56 hm³ de agua —el 68,5% de su capacidad—, hoy roza literalmente el tope con 3,73 hm³, lo que equivale al 99,8% de su capacidad máxima.

Este salto supone no solo la mayor recuperación porcentual registrada entre los grandes embalses, sino también un claro ejemplo de cómo los episodios de lluvia intensos y bien distribuidos pueden transformar, en cuestión de meses, la realidad de un sistema hídrico que parecía abocado a restricciones severas. La importancia del embalse de Foix va más allá de su volumen: su proximidad a zonas densamente pobladas del Penedès lo convierte en un baluarte para el abastecimiento doméstico y la seguridad hídrica local.

Pantano de Riudecanyes
Pantano de Riudecanyes | ACN

En contraste, otros embalses clave como Sau y Susqueda han experimentado también notables mejoras, pasando de un 21,2% y 26,4% el año pasado a 72,2% y 77,8% respectivamente este año. La Baells, por su parte, roza el lleno con un 98,4%, muy por encima de su media histórica de los últimos cinco años.

Contrastes y preocupaciones actuales

Sin embargo, este giro positivo no es homogéneo. Embalses como Siurana siguen mostrando cifras preocupantes, con un porcentaje de llenado del 26% —apenas por encima de los mínimos históricos—, lo que podría condicionar la gestión de la cuenca del Priorat y forzar restricciones si no se recuperan a corto plazo.

El equilibrio sigue siendo delicado: aunque algunos embalses, como Sant Ponç o la Llosa del Cavall, superan ya el 90% y 74% respectivamente, la sequía acumulada en los años previos ha dejado secuelas en acuíferos, suelos y caudales ecológicos. Si la tendencia de lluvias no se mantiene, no se puede descartar que a partir del verano vuelvan a imponerse restricciones de agua en áreas agrícolas o se reduzcan caudales mínimos para el mantenimiento de los ecosistemas.

La situación de Foix —el embalse cuya capacidad más ha crecido en el último año— ilustra tanto la vulnerabilidad como la resiliencia del sistema hídrico catalán. La gestión inteligente y adaptativa será el mejor seguro frente a un futuro marcado por la incertidumbre meteorológica. Solo así Catalunya podrá garantizar agua para todos y proteger su patrimonio natural, incluso cuando la bonanza actual dé paso, de nuevo, a épocas de escasez.