Un triángulo rojo con un signo de exclamación blanco sobre una imagen de una presa con agua fluyendo.

Termina el espejismo, vuelve la realidad en los embalses catalanes: No se salva ni uno

Retornamos a la dinámica de perdida de capacidad de los embalses de la cuenca interna

Durante semanas, la sensación de alivio había impregnado el discurso sobre el agua en Catalunya. Los embalses, que durante meses fueron el epicentro de la preocupación colectiva, habían mostrado una estabilidad poco habitual para un verano mediterráneo. Sin embargo, esa calma ha comenzado a resquebrajarse. La estabilidad, más cercana al espejismo que a una realidad consolidada, ha dado paso en los últimos dos días a una racha de descensos en todos los grandes depósitos de las conques internes. Tras una primavera pródiga en lluvias y varias tormentas intensas, las reservas se habían sostenido en niveles envidiables, situándose en torno al 78 %. Ahora, ese respiro parece llegar a su fin.

La estadística de hoy es clara y, a la vez, contundente: el porcentaje de agua embalsada ha bajado ligeramente hasta el 77,89 %, perdiendo cerca de medio hectómetro cúbico respecto a hace dos días. A primera vista, la cifra puede parecer poco significativa, pero lo relevante no es tanto la magnitud del descenso como la sincronía con la que todos los embalses han comenzado a perder agua, sin excepción. Este giro marca el final de la estabilidad y anticipa la realidad recurrente del verano catalán, donde la evaporación, el aumento de consumo y la falta de nuevas lluvias efectivas terminan imponiéndose.

Un análisis detallado muestra cómo la caída no distingue entre grandes y pequeños, ni entre comarcas. Desde el Darnius Boadella, pasando por Sau, Susqueda, la Baells, la Llosa del Cavall, Sant Ponç, Foix, Siurana y Riudecanyes, todos los embalses han registrado pérdidas en los últimos dos días. La tendencia, aunque todavía suave, se extiende por todo el territorio y apunta a un patrón propio de los veranos más secos, cuando la meteorología deja de ser aliada y el balance hídrico se vuelve negativo día tras día.

Pantano de Sau
Pantano de Sau | Gencat

Instalados en la nueva realidad

La meteorología de Catalunya suele conceder pequeños periodos de abundancia, seguidos casi siempre de una realidad implacable cuando el verano se instala definitivamente. La cuestión clave ahora es si este inicio de descenso será solo un aviso puntual, o el inicio de una secuencia prolongada de pérdidas, como tantas veces ha ocurrido en el pasado. En este contexto, el espejismo de abundancia se desvanece con rapidez, dejando en evidencia la fragilidad de un sistema que depende tanto de las lluvias como de la gestión responsable.

Los responsables de la gestión hídrica advierten que, pese a mantener cifras mucho más altas que las del año pasado, la precaución debe primar sobre la confianza. Las reservas acumuladas durante la primavera han permitido afrontar la temporada alta con cierta tranquilidad, pero el margen es siempre limitado. Un verano especialmente caluroso o una nueva racha seca podrían dar la vuelta al escenario en cuestión de semanas. Por eso, la vigilancia y el uso responsable del agua continúan siendo imprescindibles.

Con este panorama, el mensaje para la ciudadanía es claro: la bonanza ha terminado y, aunque por ahora el descenso es discreto, la realidad del verano vuelve a imponerse. La estabilidad de los embalses ha sido solo una tregua. Si no llegan más lluvias y si no se mantiene la prudencia en el consumo, pronto volverán los debates sobre restricciones y gestión de emergencia. El espejismo se desvanece y la realidad, una vez más, no perdona a nadie.