La tarde del jueves 8 de mayo quedará grabada en la historia del Vaticano como el día en que el cardenal Robert Prevost, un norteamericano de perfil discreto pero firme, fue elegido nuevo pontífice. La fumata blanca apareció poco antes de las 18:10 h, tras intensas deliberaciones y dos fumatas negras previas, una el miércoles por la noche y otra el jueves por la mañana.
La expectación era máxima en la plaza de San Pedro. El favorito en todas las quinielas, el cardenal italiano Pietro Parolin, parecía encaminado al papado. Pero, contra todo pronóstico, el Espíritu Santo, o al menos los votos de los cardenales, se decantaron por otro camino.
Un cónclave bajo presión
Durante el segundo día de votaciones, la tensión era evidente entre los 133 cardenales electores. La Iglesia católica afronta un periodo especialmente delicado: escándalos financieros, pérdida de fieles en Occidente, tensiones internas sobre reformas y el papel de la mujer, todo enmarcado en un mundo más polarizado.

Parolin, secretario de Estado del Vaticano durante el papado de Francisco, era considerado un candidato sólido, experimentado y con amplio respaldo, sobre todo en el bloque europeo. En la tercera votación acumuló 49 votos, mientras que Robert Prevost logró 38. Los 89 necesarios para alcanzar los dos tercios aún parecían lejanos para cualquier candidato.
El giro estratégico
Según reveló este viernes el diario italiano Il Corriere della Sera, el punto de inflexión ocurrió justo después de esa tercera votación. Parolin, consciente de que su candidatura se estancaba, optó por un gesto de humildad que cambiaría el curso del cónclave. Como presidente del cónclave, tenía una visión clara de la dinámica interna y supo ver que su apoyo no crecería más allá de los 50 votos.

Lejos de abandonar, se rumorea que Parolin alentó a sus apoyos a trasladar su voto hacia Prevost, el segundo candidato con más opciones, y cuyo perfil más conciliador y moderado podía tender puentes entre las distintas sensibilidades eclesiales.
Un resultado que recuerda al de 2013
La historia se repite. En 2013, el papa Francisco fue elegido de forma similar en la quinta votación, tras superar al entonces favorito Angelo Scola. Esta vez, la cuarta votación fue suficiente para consolidar una mayoría amplia a favor de Prevost, que adoptó el nombre de León XIV.
El nombre es también simbólico: una elección que no se producía desde el siglo XIX y que evoca tiempos de reforma y firmeza. León XIV se presenta como un continuador de Francisco, pero con un talante aún más moderado y un enfoque marcado por el diálogo y la descentralización del poder eclesiástico.
Su primer mensaje como papa
Durante su primera misa celebrada este viernes en la Capilla Sixtina, el nuevo pontífice lanzó un mensaje directo y firme: "Hoy, en muchos lugares del mundo, la fe cristiana es vista como un absurdo, como cosa de personas débiles o ignorantes". Con palabras serenas, pero contundentes, urgió a los fieles y a la Iglesia a anunciar el Evangelio incluso en los contextos más hostiles.
El detalle decisivo revelado
El dato más importante revelado este viernes por Il Corriere della Sera fue que en la tercera votación, Prevost obtuvo 38 votos frente a los 49 de Parolin. Sin embargo, Parolin reconoció que no lograría los 89 necesarios y decidió dar un paso al lado. En la cuarta votación, Robert Prevost superó esa cifra y fue elegido papa.