El sistema de embalses catalanes está viviendo días de estabilización y hasta tímida recuperación, pero la fotografía general sigue marcada por contrastes llamativos. El dato más negativo de la jornada lo protagoniza el pantano de Riudecanyes, que suma otro descenso significativo y se consolida como el embalse con peor evolución en pleno arranque de julio.
Mientras la mayoría de pantanos resisten la ola de calor y algunos incluso recuperan capacidad gracias a las últimas lluvias, Riudecanyes encadena varias jornadas cayendo en torno a dos décimas de su capacidad cada día, acercándose peligrosamente a niveles críticos.
Según los datos oficiales publicados hoy, martes 8 de julio, la capacidad media de los embalses de la cuenca interna catalana se sitúa en el 78,07%, prácticamente idéntica al dato de ayer y confirmando el estancamiento del sistema tras el impacto positivo de las precipitaciones recientes.
El equilibrio general se ha mantenido gracias, sobre todo, al extraordinario comportamiento del pantano de Sau, que vive una de sus mejores rachas de todo el año: ha subido 0,58 puntos porcentuales en solo 24 horas y acumula ya más de un punto y medio de incremento en los últimos tres días, algo inédito para un mes de julio en esta cuenca tan sensible a la sequía.
En general, estabilidad
El repaso embalse por embalse revela esa dualidad. La Llosa del Cavall resiste y suma una ligera subida, consolidando su papel de reserva estratégica en el sistema. La Baells y Susqueda bajan levemente pero se mantienen en niveles más que aceptables, y Sant Ponç o Foix continúan con descensos muy moderados, propios de la estación. Por el contrario, el retroceso de Riudecanyes destaca sobre el resto: pierde casi medio punto de capacidad en solo un día, y ya lleva varias jornadas liderando las bajadas del conjunto catalán. Esta tendencia es preocupante para el regadío y el abastecimiento local, especialmente en el Baix Camp y parte del Tarragonès, que dependen de este embalse para superar los meses más secos del año.

La situación de Darnius Boadella y Foix también merece atención, con bajadas sostenidas pero menos abruptas, mientras que Siurana se mantiene casi estable en cifras históricamente bajas. En el conjunto del sistema, la clave está siendo la meteorología: las lluvias han permitido frenar el desgaste acelerado de junio y han ofrecido un respiro en embalses con grandes cuencas de aportación, como Sau, pero no han llegado con suficiente intensidad a todos los puntos. De ahí que el contraste entre la recuperación parcial en algunas zonas y la tendencia a la baja en otras sea tan acusado.
Con las previsiones de nuevas precipitaciones para los próximos días, el balance general podría mejorar si se mantienen los episodios de lluvia. Aun así, el caso de Riudecanyes obliga a no bajar la guardia y a extremar la gestión y el ahorro en las zonas que dependen directamente de este embalse. La experiencia de los últimos veranos demuestra que la resiliencia del sistema catalán pasa por combinar una gestión eficiente, la respuesta rápida a los cambios meteorológicos y, sobre todo, la solidaridad hídrica entre cuencas.