En Cataluña tenemos una obsesión terrible de querer ser los cómplices de todas las causas justas, de gastar nuestras energías y recursos al apadrinar a los pobres del mundo y querer como amigos a los perdedores de todas las guerras. Este complejo nuestro, alimentado por nuestras instituciones en forma de documentales de 'Negreros Catalanes' y proclamas en los nuestros consistorios y Parlamento, es el reflejo de una enfermedad que nos quieren hacer tragar como justicia social.
La necesidad imperiosa de los “racistas colonizadores” de ser siempre y en todos los ámbitos malos, los culpables y siempre y hasta nuestra desaparición tener que pedir perdón. Y no sólo es que Cataluña se encuentre continuamente tejiendo relaciones con los perdedores, pero encima lo hacemos con los estúpidos. Tenemos la habilidad única en el planeta de querernos llevar bien con absolutos indigentes mentales. Quizás es que nosotros también lo somos un poco.
Puede ser poco prudente, e incluso aceptaría pasar por alto cierta incompetencia por parte de nuestras administraciones. Lo que sí merecemos los ciudadanos es responsabilidad, sobre todo en los ámbitos que nos tocan y nos afectan, cada día más, a nuestras vidas.
Y hablo de inmigración
Has abierto la puerta, invitado, seducido a gente de fuera (que es eso, de fuera, y no los conocemos de nada), y los tratas mejor que a los propios nativos (recordaréis la oferta para repoblar pequeños pueblos de Cataluña). Y además no todos hablan el catalán, no todos aman la tierra, no todos quieren tratarte como a un igual y algunos directamente te consideran el enemigo a batir. Y te dirán que son jornaleros y que hacen el trabajo que no queremos hacer nosotros. Y te lo dicen y se quedan tan anchos.
Estos antirracistas que quieren la inmigración para realizar los trabajos que según ellos 'son sucios'. ¿Y esa gente son las izquierdas progresistas? ¿No sería mejor, y más normal, mirar más por los nuestros? ¿Hacer más 'Catalanitos'? ¿O es que con el gatito en casa ya tenemos suficiente?
Cataluña está cambiando a una velocidad vertiginosa, y todos decimos en ve baja hacia donde, pero no queremos decirlo demasiado alto no sea que alguien se indignara.