No me importa reconocer que no recuerdo exactamente qué trozo de imbecil utilizó por primera vez el término. Ni tampoco me importa confesar que no perderé ni un segundo a buscar el autor. De hecho, resulta totalmente irrelevante, porque en el fondo ha sido la patética obsesión y la lamentabilíssima práctica habitual de toda la clase política autonomista en la última década. Me refiero al mientras tanto. A aquella idea asquerosa según la cual mientras tanto no se hacía la independencia (cosa que cabe de ellos pensaba hacer nunca ni por error), la casta política autonomista tenía que gestionar un mientras tanto autonómico desde una administración autonómica con los recursos autonómicos de una colonia española llamada Catalunya.
Esta ocurrencia según la cual los independentistas, un golpe al poder, se pueden dedicar a gestionar los mentrestants de las miserables migajas coloniales mientras dejan que el tiempo y la frustración popular normalicen la sideral estafa, tendría que darnos una idea no solo de la talla política y moral de la nostrada política local, sino de parte importante de la cultura que se ha instalado en el país. Las ruedas de molino que nos hemos tragado en los últimos años son de la medida de los anillos de Saturno.
El mientras tanto independentista no existe. Nunca. En ninguna parte. Y menos en Catalunya. El mientras tanto es siempre una contradicción autonómica. Es decir, colonial. Representa la continuidad garantizada del saqueo fiscal, la corrupción política, la demagogia populista, la lengua en proceso de extinción, los servicios públicos tercermundistas, la invasión de inmigrantes ilegales, la desaparición de la ética y la moral propias, hospitales recortados, escuelas donde no se enseña nada, violencia en las calles, okupaciones, fanatismo salafista, el despliegue de una cultura woke institucionalizada por sonados, impuestos por las nubes, medios de comunicación comprados, contrataciones fraudulentas por todas partes, asesores analfabetos con sueldos millonarios y el inacabable y nauseabundo etcétera que todos conocemos tan bien. El mientras tanto de los autonomistas es un seguro de miseria donde los únicos que se ganan la vida son los parásitos del Sindicato de la Rendición y su secta de sanguijuelas a sueldo.
Hay que acabar con los botiflers que aman el 'mentrestant'
Cómo he dicho, no recuerdo quién de los miserables botiflers fue el que nos habló del mientras tanto por primera vez. Pero entendamos una cuestión básica: no podemos volver a dejar que pase. Tenemos que haber aprendido a distinguir separar, el independentista del espanyolot, el patriota del vividor. Resultaría de mal gusto que después de la avalancha interminable de alcaudones a los que hemos dado la oportunidad de demostrar su ingente mediocridad, no hubiéramos aprovechado la ocasión para aprender a diferenciar aquellos que piensan en independentista de aquellos que solo piensan en ellos. También tenemos que aprender a distinguir los mentrestants que nos intentarán vender si los autonomistas de mierda continúan teniendo alguna cuota de poder. Y no dejar pasar ni una.