Una fuerte polémica ha estallado en el barrio barcelonés de Gràcia. La heladería DellaOstia ha sido acusada de negarse a atender en catalán. El concejal de ERC, Guillem Roca, denunció públicamente el caso en la red X. Su mensaje tuvo un enorme eco mediático y social inmediato.
El establecimiento amaneció vandalizado con pintadas, adhesivos y mensajes de protesta. En la persiana apareció un grafiti con la frase “Feixistes de merda”. Además, el rótulo del local quedó cubierto con pegatinas críticas. Entre ellas destacaban las que recordaban: “Aquest establiment no respecta el català”.
El catalán es lengua oficial y debe respetarse
La indignación tiene una base legal que no se puede ignorar. En Catalunya, la normativa lingüística establece que los consumidores tienen derechos claros. Cualquier ciudadano tiene derecho a ser atendido en catalán si lo solicita. No es un capricho, sino una obligación recogida en la ley.

Por tanto, la heladería no solo actuó con mala educación evidente. También podría haber incurrido en un incumplimiento legal en su actividad comercial. Negarse a responder en catalán vulnera derechos lingüísticos protegidos institucionalmente. Esto explica la fuerte reacción ciudadana que se ha producido en Gràcia.
El debate cruza fronteras y llega a Argentina
La noticia no se quedó en Catalunya y llegó hasta Argentina. Medios como Clarín recogieron lo ocurrido en la heladería DellaOstia. Recordaron que el establecimiento fue creado por un emprendedor argentino en 2022. También mencionaron que no era la primera vez que sufría polémicas similares.

En Argentina, los comentarios fueron mayoritariamente favorables al propietario. Muchos usuarios defendieron a la heladería y criticaron a los catalanes. Sin embargo, esa reacción desconoce que aquí existe una legislación específica. En Catalunya, la lengua no es una opción, sino un derecho exigible.
Una cuestión de identidad y convivencia
El caso de Gràcia ha vuelto a demostrar la fragilidad del catalán. Cada episodio de discriminación lingüística refleja la necesidad de políticas firmes. La lengua propia de Catalunya sigue en situación de inferioridad en demasiados ámbitos. Defenderla es defender también la convivencia, la cultura y la identidad del país.
El vandalismo contra el local no es la solución al conflicto. Pero la indignación colectiva muestra que la sociedad catalana no tolerará el desprecio. La ley protege el derecho de los consumidores y debe cumplirse estrictamente. Cualquier negocio que no lo respete se coloca fuera de la legalidad.
El catalán no se negocia
El barrio de Gràcia, conocido por su espíritu reivindicativo, ha respondido con contundencia. La heladería DellaOstia se ha convertido en símbolo de un problema mayor. No se trata solo de educación, sino del cumplimiento de una obligación legal. El catalán, como lengua oficial, debe usarse siempre que un cliente lo requiera.
“No les importaba que Messi no hablara catalán”, escribió un usuario. Otros añadieron críticas como “Los catalanes son fundamentalistas con el idioma”. También hubo quien opinó que “les gusta más que les hablen en árabe”.
La polémica demuestra que el catalán sigue siendo un tema central en la sociedad. La lengua no puede depender de la voluntad de cada comerciante. La ley es clara: atender en catalán es obligatorio y necesario. En Gràcia y en toda Catalunya, la lengua propia se tiene que respetar.