Es lógico que, cada día más, los votantes europeos rechacen el wokisme, la multiculturalidad y el globalisme que han promovido la invasión indiscriminada de Europa por parte de los bárbaros. El caso de Catalunya es ominoso, abracadabrante. Somos los campeones mundiales del acollimenta inmigratoria. Los datos son escalofriantes.
Evolución demográfica
El año 1940 en Catalunya vivían 2.800.000 personas. ¡¡80 años después ya somos 8 millones!! Solo en dos generaciones, casi hemos triplicado la población. A partir de los años 60 del siglo pasado, empezó la colonización castellano-española (unos 3 millones). Las últimas décadas, los recién llegados provienen sobre todo de países extracomunitarios (Sudamérica, África, etc). Ningún territorio del mundo mundial ha recibido tanta gente en un periodo de tiempo tan corto. Es una barbaridad.
¿Y ahora qué? ¿Cómo no tiene que crecer la extrema reacción por la supervivencia? ¿Tenemos que dejar que este follón arruine completamente nuestra sociedad? ¿Estamos dispuestos a perder la civilización, los derechos y las libertades occidentales que tanto nos costaron de conseguir? ¿Contemplaremos impasibles la desaparición de nuestra Nación, la dilución de nuestra identidad?
La demografía plantea un problema estructural insoluble, porque pervierte y amenaza la esencia de la democracia. Cuando acontecemos minoría en nuestra propia tierra, ¿qué salida nos queda? ¿Replegarnos como unos indígenas a la reserva? ¿Acabar emigrando por culpa de los inmigrantes? ¿Qué paradoja, no?
El futuro de Catalunya no difiere del futuro de Europa. O cambiamos de paradigma o estamos acabados. Suponiendo que sea posible, la salvación tendrá que pasar para tomar medidas drásticas. A grandes males, grandes remedios. O extirpamos el tumor o morirá el cuerpo entero. Los síntomas de la patología no paran de multiplicarse: una sociedad cuanto más va, más insegura; el conflicto inevitable entre contracomunitats; el desarraigo y la miseria; la regresión creciente de los usos y costumbres; la decadencia absoluta...
Es difícil, pero todo es posible
No soy muy optimista, pero pienso que todavía nos queda cierto margen de confianza en esta extrema reacción de los votantes que, por fuerza, tendrá que traducirse en políticas nuevas que reviertan la lamentable situación actual. Confiamos que los nuevos partidos vayan desplazando los viejos, principales responsables del caos vigente.
La apuesta por Aliança Catalana se basa en este supuesto. Se trata de un partido limpiamente nacionalista que propone regular el caos inmigratorio. El marco mental catalán tiene que presidir esta nueva era postprocessista. "Salvem Catalunya" es creer que todavía hay un futuro posible que depende de nosotros. Manos a la obra, pues. ¡Vía fuera a los adormilados!