El pantano de La Baells, uno de los grandes referentes de la cuenca interna, ha protagonizado el dato más llamativo de la jornada. Con un 86,82% de capacidad, el embalse ya dobla con creces el nivel que tenía hace justo un año, cuando apenas alcanzaba el 43 %. El contraste es contundente y simboliza mejor que ningún otro pantano la recuperación de un sistema que hace doce meses vivía bajo el fantasma de la sequía.
Recuperación general en toda la cuenca interna
La fotografía interanual muestra un salto extraordinario en el conjunto de los embalses catalanes. Hoy la cuenca interna se encuentra en un 73,58 %, casi 42 puntos más que hace un año, cuando apenas superaba el 31 %. Esta diferencia refleja hasta qué punto las lluvias de primavera y la gestión del último año han cambiado el panorama. Lo que en 2024 era un escenario de emergencia, en 2025 se ha convertido en una situación de estabilidad y margen de maniobra.
Los embalses más estables y resistentes
Más allá de La Baells, varios embalses se han consolidado en cifras muy superiores a las registradas el año pasado. Susqueda, con un 79,56 %, acumula casi el doble de agua respecto a agosto de 2024. Sant Ponç, que hoy marca un 87,56 %, también ha experimentado un salto considerable en comparación con el verano anterior. El mismo caso se observa en La Llosa del Cavall, que mantiene un sólido 84,41 %, muy lejos de los niveles preocupantes que llegó a mostrar en la pasada sequía.

Los que siguen mostrando debilidad
No todos los embalses han logrado dejar atrás las preocupaciones. Siurana, con un 15,51 %, sigue en situación crítica y confirma que es el gran punto débil del sistema. Riudecanyes, aunque hoy se sitúa en un 42,31 %, también se mantiene en cifras bajas, muy alejadas del grupo de referencia. Sin embargo, incluso estos embalses vulnerables muestran valores mejores que los de 2024, cuando su situación era mucho más dramática.
Un verano que consolida la recuperación
El dato de La Baells refleja con claridad que Catalunya ha dejado atrás aquella sequía histórica. El sistema ya no se encuentra en la cuerda floja, sino en un escenario que permite encarar el final del verano con tranquilidad. Aunque las pérdidas diarias siguen siendo pequeñas, lo que marca la diferencia es la comparación interanual: los embalses catalanes han conseguido un colchón hídrico que parecía impensable hace solo un año.