La sequía continuada de los últimos meses ha obligado a ganaderos del Ripollès a no bajar el ganado en el Empordà donde cada año hacían la trashumancia, algo sin precedentes. "Llevo 50 años, pero este año no hay ni comida ni agua", denuncia Jaume Batlle a la ACN añadiendo que "incluso los matorrales están muertos". El ganado que debería estar abajo, ahora pace los campos ripolleses, pero como tampoco hay hierba deben comprar los forrajes en Francia a "precio de oro", el doble de lo que se pagaba.
Lo mismo les ha ocurrido a Jaume Morera y Ramon Carbonell, también del Valle de Ribes, que ya han llevado a sacrificar ganado para reducir la cabaña. "Eso es insostenible", avisan y denuncian que la administración no les apoya. Ganaderos del Valle de Ribes y del Valle de Camprodon, en el Ripollès, han visto cómo la situación de las explotaciones se ha agravado por culpa de la sequía y la falta de pastos en el Empordà, en puntos como Roses, Cadaqués o el Puerto de la Selva. "Ya haría dos meses que estaríamos", se lamenta Jaume Morera, que no ve ningún futuro a medio plazo.
Él es la cuarta generación de ganaderos en su familia y asegura que no recuerdan algo así antes. "Si esto va a más, no sé qué tendremos que hacer porque no podemos mantener el ganado a estos precios ya ver qué pasa, si llueve", se lamenta diciendo que este es un problema que sufre todo el campesinado catalán. Pasar este invierno, asegura, "será muy difícil". Los forrajes se han doblado y este invierno tienen mucho más ganado de lo habitual.
"Y los alquileres de las tierras del Empordà deben pagarse igual, como es normal y tenemos que comprar la comida por ahí arriba", detalla el ganadero. Una bala de silo ha pasado de 40 a 80 euros y la de hierba seca también se ha doblado hasta alcanzar los 120 euros. El año pasado llovió antes del verano pero a partir de septiembre vino la sequía y los acuíferos se están resintiendo, también en la montaña. Cuentan que hay fuentes que no manan: "Que esto nos ocurra aquí, es que es grave".
Lo constata también Ramon Carbonell, ganadero de Ribes de Freser, que tiene todas las vacas en la zona porque no las ha podido llevar a Colera, donde realizan la trashumancia cada año. "Tenemos un abrevadero donde siempre habían bebido a los animales y ahora se ha secado", explica.
Por él, también está siendo un invierno muy duro. Explica que los costes se han duplicado y que cada día se gasta 1.200 euros en forrajes para alimentar a sus más de 200 vacas de ganadería extensiva. "Necesito 12 balas cada día, es insostenible y la administración debería ayudarnos, todos estamos igual", se queja. Y se pregunta cómo puede que el precio de una vaca sea el mismo que hace 40 años mientras los costes no han parado de crecer año tras año.
Para Jaume Batlle, ganadero en Pardines y vecino de Queralbs, avisa de que la situación afectará al consumidor final. "Primero recibimos nosotros, pero todo es una cadena", alerta y denuncia que el campesinado es el peor pagado de todas, pese a trabajar todos los días de la semana.
Sacrificar animales, como última opción
La ganadería lleva tiempo denunciando esta situación y como muchos ganaderos, en el Ripollès también han tenido que sacrificar animales antes de tiempo para no cerrar. Para Morera, llevar ganado productivo en el matadero por falta de comida y reducir costes "sabe muy grave" porque son muchos años de trabajo haciendo una buena selección. "Deberlas matar por no tener comida es jodida", asegura.
Por eso intentan hacerlo sólo con los mayores ejemplares o aquellos que no pueden criar. Los ganaderos también se quejan de que la administración no les está apoyando suficiente y que las ayudas que se aprobaron el año pasado han sido muy insuficientes. "Estamos en el 2024 y del 2023 todavía nadie ha dicho nada, de qué nos darán y qué está previsto", afirma con impotencia Carbonell, que asegura sentirse "muy solo y muy cansado" de tener que ir a contracorriente.
El seguro no lo considera sequía
Otro aspecto que ha indignado a los ganaderos Ramon Carbonell y Jaume Morera es que no cobrarán del seguro de pérdida de pastos por sequía que contrataron en el 2023 porque la compañía, Agroseguro , les ha descartado como siniestros. Según información de Unió de Pagesos, la aseguradora sólo indemnizará en puntos del Alt y Baix Empordà, Cerdanya y Baix Ripollès (en menor medida).
El Alt Ripollès, en cambio, ha quedado excluido. Para calcularlo, la aseguradora se basa en los datos obtenidos por satélite que, mediante unos censores, les permite ver la vegetación de las fincas entre abril y noviembre, el momento en el que se aprovecha más el forraje en la montaña. Además, también se compara con el histórico de los últimos 10 años en la zona y así se determina el valor final. Desde UP reclaman que estas medidas vayan acompañadas de inspecciones sobre el terreno para calcular con mayor precisión los posibles daños.
Un futuro "negro"
Todos ellos están echando ahorros para capear la situación, pero admiten estar al límite. Según Carbonell, "estamos perdiendo el patrimonio que crearon nuestros abuelos y padres, lo estamos perdiendo en poco tiempo". Y cuidado que ya quedan muy pocos ganaderos.
"Qué futuro dejaremos a los hijos, un país que no tiene alimento ni energía, es un país sin futuro". En su caso, cuenta que le quedan unos 5 años por jubilarse y, si no cambia la situación, "serán los más largos de su vida". Y admite que ve el futuro del campesinado muy negro: "Estamos en situación crítica y terminal, mis hijos quieren continuarlo pero no lo veo nada claro porque ahora trabajas sin ilusión, los campesinos estamos cansados", concluye.