El verano ha hecho su entrada de forma contundente en Catalunya y los efectos sobre el sistema hídrico ya son evidentes. Tras una primavera marcada por la recuperación de reservas, la llegada de las altas temperaturas ha cambiado el signo de la tendencia. Hoy, 21 de junio, los embalses de la cuenca interna catalana se sitúan en un 80,49% de capacidad, según los datos oficiales publicados por la Agència Catalana de l’Aigua. Esta cifra supone un descenso de casi un punto porcentual respecto a la semana pasada, cuando se rozaba el 81,5%. Sin embargo, lejos de encender las alarmas, este retroceso debe interpretarse como un comportamiento absolutamente normal para esta época del año.
El balance semanal muestra con claridad la transición de ciclo. En los últimos siete días, las reservas han descendido un 0,97%, confirmando que el calor y la mayor demanda de agua ya han empezado a dejar su huella sobre los embalses. Si afinamos el análisis, la caída diaria es del 0,16%, un valor que encaja plenamente en la dinámica propia del verano mediterráneo.
Lejos de ser una mala noticia, este descenso es la consecuencia lógica de dos factores principales: por un lado, la evaporación, que se incrementa de forma notable en cuanto las temperaturas superan los 30 grados, y por otro, la intensificación de los riegos agrícolas, fundamentales para sostener la actividad de cultivos en plena campaña.

La Baells sigue marcando tendencia
La situación embalse por embalse refleja este ajuste estacional, pero sigue transmitiendo confianza en la gestión y en la capacidad de resistencia del sistema catalán. Destacan especialmente La Baells, que se mantiene en cifras altísimas con un 95,31% de llenado, y Susqueda, que ronda el 89,6%, situándose como uno de los grandes baluartes de la red hídrica. Sant Ponç también sigue por encima del 89%, mientras que embalses emblemáticos como Sau, con un 63,86%, continúan lejos de los niveles críticos del pasado reciente.
La Llosa del Cavall se mantiene estable en torno al 80%, y Foix conserva un saludable 86,07%. Las únicas excepciones siguen siendo Siurana, que se queda en el 25,71%, y Riudecanyes, que baja hasta el 58,87%, dos embalses especialmente sensibles a la falta de aportes y a la presión agrícola.
El análisis a medio y largo plazo, sin embargo, sigue arrojando datos para el optimismo. Si se compara la situación con la de hace un mes, las reservas catalanas aún son un punto porcentual superiores. En 90 días, el sistema ha ganado casi un 30% de capacidad respecto a los valores mínimos registrados durante la sequía. Y el salto a seis meses es aún más espectacular: la diferencia supera el 46%. Todo ello demuestra la robustez y la capacidad de recuperación de los embalses catalanes tras un periodo de lluvias generosas y una gestión eficiente del recurso.
Con el calor ya instalado y sin previsión de lluvias a corto plazo, es lógico esperar que la tendencia descendente se mantenga durante las próximas semanas. Sin embargo, el punto de partida es ahora mucho más favorable que en los veranos anteriores. El colchón de agua acumulado en primavera permite afrontar el periodo de mayor consumo sin temor a restricciones generalizadas. El mensaje para la ciudadanía y el sector agrícola debe ser de tranquilidad, aunque siempre acompañado de un llamamiento a la prudencia y al consumo responsable.
Catalunya, por tanto, despide la tendencia positiva de los últimos meses y da la bienvenida a la lógica del verano: la del ajuste, la evaporación y el consumo intensivo. El calor empieza a azotar a los embalses, pero lo hace sobre un sistema sólido, que ha aprendido de los errores y que encara el futuro inmediato con una confianza razonable en su resiliencia.