No todos los días la policía se enfrenta a escenas tan sorprendentes como la que vivieron hace apenas unas horas en una transitada vía catalana. Una llamada de alerta y un vehículo fuera de lo común fueron el inicio de una historia que no tardaría en circular por las redes sociales y que vuelve a poner el foco sobre los peligros de la conducción bajo los efectos del alcohol. Un suceso que, aunque parece sacado de una comedia, acabó con un arresto y nuevas preguntas sobre la seguridad en las carreteras.
Una llamada que activa las alarmas en la N-2A
La tranquilidad de la tarde del jueves se vio alterada cuando un testigo contactó con los Mossos d’Esquadra para informar de un vehículo accidentado en la carretera N-2A, concretamente en el punto kilométrico 521,5, a la altura del municipio de Jorba, en la comarca de l’Anoia.
El aviso detallaba la presencia de un coche en una posición insólita y, según el propio alertante, todo hacía indicar que algo no cuadraba en la escena.

Cuando los agentes llegaron al lugar, lo primero que les llamó la atención no fue el estado del vehículo, sino el del conductor. El hombre, de 46 años, no solo se encontraba dormido al volante, sino que había decidido hacerlo en pleno carril bici, después de intentar circular por esta vía reservada a ciclistas y peatones. La imagen, tan surrealista como preocupante, mostraba además al conductor sin camiseta y descalzo, ajeno a la situación y a los peligros a los que se había expuesto.
La intervención de los Mossos y el control de alcoholemia
Tras comprobar que no había heridos, los Mossos d’Esquadra se centraron en averiguar qué había ocurrido exactamente. Según fuentes policiales, el individuo presentaba claros síntomas de intoxicación etílica: dificultad para hablar, movimientos incoherentes y un olor inconfundible a alcohol.
No tardaron en realizarle la prueba de alcoholemia, que arrojó un resultado contundente: 0,99 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, casi cuatro veces más del límite legal establecido.
El procedimiento policial fue inmediato. El conductor quedó detenido en el acto, acusado de un delito contra la seguridad vial por conducir bajo los efectos del alcohol, una infracción que en Catalunya –como en el resto del Estado– puede acarrear penas de prisión y la retirada del carné, además de sanciones económicas importantes.
La propia policía quiso remarcar la peligrosidad de la situación, ya que el vehículo, tras salirse de la calzada, podría haber causado un incidente mucho mayor de haberse cruzado con ciclistas o peatones.
Precedentes y contexto de la siniestralidad en la N-2A
La carretera N-2A es una de las vías con mayor tráfico de la comarca de l’Anoia, conocida tanto por su intenso tránsito como por la siniestralidad que ha acumulado en los últimos años. Los accidentes relacionados con el consumo de alcohol siguen siendo una de las principales causas de intervención para los Mossos, especialmente en horarios de tarde y noche.

Las campañas de concienciación y los controles rutinarios han conseguido reducir la cifra de siniestros, pero episodios como el de Jorba demuestran que el riesgo sigue muy presente.
Los expertos recuerdan que una tasa de 0,99 mg/l es una cantidad muy elevada y supone una pérdida de reflejos y capacidades psicomotrices que ponen en peligro tanto al propio conductor como al resto de usuarios de la vía. La presencia de un coche circulando –y finalmente parado– en un carril bici es una situación excepcional que podría haber tenido consecuencias graves, especialmente en un tramo frecuentado por ciclistas y peatones.