La tranquilidad de la madrugada se vio rota por el crepitar de las llamas y el denso humo negro que ascendía hacia el cielo nocturno. Lo que comenzó como un foco virulento en el interior de un aparcamiento de dos plantas, se convirtió rápidamente en un infierno que desató una operación de emergencia a gran escala, dejando tras de sí una estampa de destrucción y un reguero de vehículos dañados, para sorpresa y desolación de sus propietarios al amanecer.
El suceso, que no ha dejado heridos, ha supuesto un duro golpe material para decenas de familias y trabajadores que confiaban en la seguridad de estas instalaciones para resguardar sus vehículos. La rápida propagación del fuego obligó a un despliegue masivo de efectivos que trabajaron a contrarreloj para contener la catástrofe y evitar que las consecuencias fueran aún más graves.
Un despertar de llamas y humo en Sant Joan Despí
Los hechos tuvieron lugar en la localidad barcelonesa de Sant Joan Despí. La alerta saltó a las 01:44 horas de la madrugada de este sábado, 26 de julio, cuando los servicios de emergencia recibieron el aviso de un incendio declarado en un aparcamiento situado en la calle de la Fontsanta. La magnitud del fuego inicial ya hacía presagiar lo peor, con llamas voraces que envolvían por completo varios de los coches estacionados.

Según han informado fuentes oficiales de los Bombers de la Generalitat a través de sus canales de comunicación, el balance inicial de los daños directos fue devastador.
El fuego calcinó por completo un total de nueve automóviles y una motocicleta, que quedaron reducidos a un amasijo de hierros irreconocibles. La violencia de las llamas convirtió el epicentro del incendio en una zona cero, demostrando la increíble capacidad destructiva de un fuego en un espacio cerrado y lleno de material combustible como es un garaje.
El balance de los daños: más de un centenar de vehículos afectados
Aunque el fuego directo destruyó una decena de vehículos, las consecuencias del siniestro se extendieron mucho más allá de las llamas. El intenso calor generado por la combustión provocó daños significativos en otros seis vehículos cercanos, que, si bien no ardieron, sufrieron deformaciones y desperfectos severos en su estructura y componentes.
Sin embargo, el mayor enemigo silencioso en este tipo de incidentes fue el humo. La densa humareda se propagó por toda la estructura del aparcamiento, afectando a la práctica totalidad de los coches que se encontraban en su interior. En la planta baja, donde se originó el fuego, cerca de 80 vehículos quedaron impregnados por el hollín y los gases tóxicos. La situación no fue mejor en la primera planta, donde otros 40 automóviles sufrieron las mismas consecuencias. En total, el balance asciende a unos 136 vehículos afectados en mayor o menor medida, una cifra que da cuenta de la verdadera magnitud del desastre.
La rápida intervención de los bomberos evitó una catástrofe mayor
Para hacer frente a la emergencia, se movilizaron hasta el lugar un total de trece dotaciones de los Bombers de la Generalitat. Un despliegue considerable que evidencia la gravedad con la que se abordó el incidente desde el primer momento.

Los equipos de extinción trabajaron de forma coordinada y eficaz, centrando sus esfuerzos no solo en apagar el foco principal, sino también en evitar que el fuego se propagara horizontalmente al resto de vehículos y, sobre todo, que pudiera llegar a afectar la propia estructura del edificio.
Gracias a esta intervención profesional y contundente, se pudo contener el incendio dentro del aparcamiento y se logró la mejor de las noticias posibles en un escenario de estas características: la ausencia total de heridos. La labor de los bomberos fue crucial para que una noche de pánico y destrucción material no se convirtiera, además, en una tragedia humana.