Una tarde de miércoles se tornó en un escenario de caos y peligro, protagonizado por un conductor cuya irresponsabilidad puso en jaque la seguridad vial. La secuencia de eventos comenzó con una furgoneta fuera de control, impactando contra varios vehículos estacionados antes de emprender una huida temeraria.
Este incidente desató una rápida respuesta policial para localizar al responsable, sin saber que el cúmulo de infracciones era mucho mayor de lo que imaginaban inicialmente. La tensión crecía mientras los agentes seguían el rastro del vehículo, preparándose para una intervención que se revelaría más compleja y arriesgada de lo esperado.
El rastro de destrucción comenzó en la avenida Josep Irla de la Bisbal d'Empordà, donde varios testigos alertaron a las autoridades sobre el mediodía. Una furgoneta había chocado violentamente contra otros coches y, lejos de detenerse, su conductor había pisado el acelerador para escapar del lugar de los hechos.
Los Mossos d'Esquadra activaron de inmediato un dispositivo de búsqueda, peinando las carreteras cercanas para interceptar al vehículo fugado y prevenir un mal mayor. La descripción del vehículo y los daños que presentaba eran las claves para su localización.

La captura en el núcleo de Vulpellac
El operativo policial dio sus frutos poco después en la carretera GI-644, a su paso por el núcleo de Vulpellac, perteneciente al municipio de Forallac. Los agentes localizaron una furgoneta que coincidía plenamente con la descripción facilitada, presentando evidentes daños compatibles con la colisión previa. Procedieron a darle el alto para identificar al conductor, un hombre de 42 años.
Desde el primer momento, los policías percibieron claros signos de que el individuo se encontraba bajo los efectos del alcohol, lo que explicaba su conducción errática y peligrosa. La situación estaba lejos de resolverse con una simple multa de tráfico.
Durante la identificación, las comprobaciones en la base de datos policial arrojaron una nueva y grave irregularidad que agravaba la situación del conductor. Los agentes verificaron que el hombre tenía el permiso de conducir suspendido por haber perdido la totalidad de los puntos asignados.
Conducir sin puntos en el carnet ya constituye un delito contra la seguridad vial. Y eso no es todo ya que historia de imprudencias de aquella tarde todavía no había terminado. El comportamiento del individuo estaba a punto de dar un giro aún más preocupante.
Una reacción violenta ante la evidencia
Cuando los Mossos d'Esquadra le informaron de que debía someterse a las pruebas de alcoholemia, la actitud del conductor cambió drásticamente. En un acto de total hostilidad, el hombre se resistió activamente a las indicaciones de la patrulla e intentó agredir físicamente a los agentes.
Su reacción violenta obligó a los policías a reducirlo y proceder a su detención inmediata, no solo por los delitos viales, sino también por un delito de atentado contra agentes de la autoridad. La situación había escalado de una infracción de tráfico a un altercado con serias consecuencias penales.

Finalmente, se le pudo practicar la prueba de alcoholemia, y el resultado confirmó las peores sospechas, arrojando una cifra alarmante. El dispositivo marcó una tasa de 1,34 miligramos por litro en aire espirado, un dato que supera en más de cinco veces el límite máximo permitido por la ley, fijado en 0,25 mg/l para conductores generales.
Este nivel de alcohol en el organismo evidencia un estado de embriaguez extrema, completamente incompatible con la conducción segura de cualquier vehículo. Esto representa un gravísimo peligro para todos los usuarios de la vía.