El histórico apagón eléctrico del 28 de abril de 2025 sorprendió a miles de ciudadanos en toda Catalunya. Durante horas, hogares, comercios y servicios esenciales quedaron sin electricidad, sin internet y sin posibilidad de conectarse al mundo exterior.
El corte de suministro no solo afectó a la rutina diaria. Para muchos, representó pérdidas económicas significativas: restauradores que perdieron alimentos, tiendas que cerraron durante horas cruciales y particulares que vieron cómo sus electrodomésticos sufrían daños irreparables.
Un mar de dudas legales mientras se busca el origen
A día de hoy, las causas exactas de la avería siguen bajo investigación. La Audiencia Nacional incluso estudia si el apagón pudo deberse a un sabotaje informático, aunque esta hipótesis no está confirmada. Según los expertos, determinar el origen del apagón es crucial.

Si se atribuye a una causa de fuerza mayor —como un desastre natural o un ataque externo—, las posibilidades de reclamación serían muy limitadas. Por el contrario, si se identifica un fallo de mantenimiento o negligencia por parte de las compañías distribuidoras, se abriría la puerta a compensaciones económicas para los afectados.
Transporte y telecomunicaciones: entre derechos y límites
La falta de luz también afectó al transporte. Pasajeros de trenes y aviones sufrieron cancelaciones y retrasos. Según Rubén Sánchez, portavoz de Facua, las compañías ferroviarias estaban obligadas a ofrecer asistencia y alojamiento a los viajeros varados.
"Que se abrieran las estaciones no exime a las empresas de pagar alojamiento a los usuarios que lo necesitaron", explicó Sánchez. Eso sí, quienes vieron sus vuelos reprogramados no podrán reclamar indemnización, ya que las aerolíneas no fueron responsables directas de la avería.
En cuanto a las telecomunicaciones, los expertos han sido claros: no se podrá reclamar por la pérdida de internet o telefonía móvil, ya que la interrupción eléctrica fue ajena a las compañías de conectividad.

Electrodomésticos y alimentos: los casos más comunes
Uno de los principales focos de reclamaciones será el daño a electrodomésticos y la pérdida de alimentos refrigerados. Aquí, la clave estará en poder demostrar el perjuicio sufrido y su relación directa con el apagón.
La catedrática de Nutrición Maria Carme Vidal apuntó que si los congeladores permanecieron bien cerrados, la mayoría de los alimentos podrían haberse conservado en buen estado. Pero probar la pérdida y su causa exacta puede ser complicado. "Será difícil acreditar qué alimentos se han perdido y por qué causa", advirtió Vidal.
Paz Cano, la abogada que marca la pauta
Entre tantas voces expertas, la intervención de Paz Cano, abogada especialista en derecho del consumidor, ha sido una de las más comentadas. Cano intervino en el programa El món a RAC1 para aclarar qué pasos pueden seguir los afectados. Primero, insistió en la importancia de conservar las facturas de los electrodomésticos dañados.
También alertó sobre un punto clave: “Antes de reclamar, es vital saber cómo se califica oficialmente el apagón. Si se considera fuerza mayor, las reclamaciones tendrán poco recorrido”. Cano recordó que sin un responsable claro, muchos intentos de reclamación podrían no prosperar, aunque animó a los afectados a no rendirse fácilmente.
Tras analizar todos los escenarios, Paz Cano ofreció un consejo práctico que está marcando la estrategia de muchos consumidores: "Si se ha estropeado un electrodoméstico por un pico de tensión cuando volvió la luz, yo intentaría reclamar". Aunque las reclamaciones por alimentos perdidos serán más complejas, Cano cree que los daños directos en aparatos eléctricos tienen más opciones de prosperar.
Reclamar, pero con estrategia
El apagón del 28 de abril ha generado incertidumbre y pérdidas económicas, pero también ha abierto un debate sobre los derechos de los consumidores ante incidencias masivas. El consejo de Paz Cano refleja el equilibrio entre el realismo legal y el derecho de los afectados a buscar compensaciones cuando hay fundamentos sólidos.
Por ahora, muchos ya han iniciado el proceso de reclamación siguiendo esa pauta: guardar pruebas, contactar con las aseguradoras y no aceptar un “no” sin luchar.