Lo que debía ser una mañana más en el control rutinario del transporte escolar en Barcelona terminó convirtiéndose en un episodio tan insólito como alarmante. Un autocar a punto de recoger a un grupo de niños fue interceptado por la Guardia Urbana, que descubrió dos irregularidades graves: el conductor carecía de permiso de conducir.
Los hechos ocurrieron el lunes 2 de junio por la mañana, en pleno corazón de la capital catalana. El incidente, que ha generado indignación y preocupación entre padres y educadores, se ha conocido este martes tras ser revelado por fuentes policiales a ElCaso.cat.
Un control rutinario que destapa una grave negligencia
Todo comenzó durante una campaña de vigilancia del transporte escolar en la ciudad. A la altura del número 25 de la calle General Vives, en la parte alta de Barcelona, muy cerca de los Túneles de Vallvidrera, un equipo de la Guardia Urbana detectó un autocar detenido que esperaba recoger a un grupo de menores de entre cinco y siete años.

Al inspeccionar el vehículo, los agentes se toparon con un hallazgo preocupante: el conductor presentaba una pérdida de vigencia del permiso de conducir por la pérdida total de puntos. Es decir, estaba al volante sin carnet válido. A ello se sumaba una segunda infracción no menos alarmante: la puerta de emergencia del autocar estaba bloqueada, lo que ponía en riesgo la seguridad de los menores en caso de incidente.
El conductor, investigado por delito contra la seguridad vial
Ante semejantes evidencias, la policía municipal procedió a levantar un atestado por un presunto delito contra la seguridad vial. El conductor fue identificado y quedó investigado, aunque no detenido en el momento. La infracción, al tratarse de una conducción sin permiso vigente, podría acarrear penas de multa, retirada definitiva del derecho a conducir e incluso prisión si se repiten este tipo de conductas.

Lo más inquietante del caso es que este conductor estaba a punto de realizar un trayecto habitual con niños pequeños, un servicio que exige no solo profesionalidad sino el cumplimiento riguroso de todas las normativas de seguridad.
Una rápida intervención evitó males mayores
Mientras todo esto ocurría, los niños esperaban a pocos metros del autocar, sin saber lo que estaba sucediendo. La Guardia Urbana contactó de inmediato con la empresa de transporte escolar responsable, que procedió a enviar un conductor habilitado y con toda la documentación en regla para hacerse cargo del trayecto.
Este episodio ha reabierto el debate sobre el control y supervisión de las empresas de transporte escolar. Que un conductor sin carnet se encontrara a punto de transportar menores en un vehículo con fallos de seguridad revela una cadena de fallos que va más allá de una simple infracción individual.
Desde el Ayuntamiento y la Guardia Urbana se insiste en que se seguirán realizando controles aleatorios en centros escolares para garantizar la seguridad de los alumnos y se pide a las familias que denuncien cualquier comportamiento sospechoso o fuera de lo habitual.