Una jornada dominical que invitaba al descanso y al disfrute en el litoral se ha visto teñida por la cautela y el peligro. Lo que para miles de bañistas se presentaba como un día perfecto de playa, con cielos despejados y temperaturas veraniegas, escondía una amenaza invisible pero potente: el viento.
Las autoridades de emergencias se vieron obligadas a lanzar un aviso generalizado que alteró drásticamente la normalidad en una de las franjas costeras más concurridas del país, instando a la máxima precaución y, en los casos más graves, prohibiendo directamente el acceso al agua.
La situación, que se desarrolló a lo largo de este domingo, puso en jaque a los servicios de vigilancia y socorrismo, obligando a izar un mar de banderas amarillas y, en puntos concretos, la temida bandera roja. La causa no era una, sino dos fenómenos eólicos distintos que, de manera simultánea, convirtieron un mar en apariencia tranquilo en una trampa potencial para los bañistas más desprevenidos.

El viento, un enemigo invisible en la costa
El principal responsable de esta alerta generalizada fue el viento. Por un lado, un persistente viento de tierra a mar (terral) sopló en gran parte de la costa, generando una falsa sensación de seguridad. Este tipo de corriente eólica aplana la superficie del agua cerca de la orilla, ofreciendo una imagen de calma engañosa. Sin embargo, su efecto es arrastrar todo lo que flota mar adentro, convirtiendo colchonetas, flotadores e incluso tablas de paddle surf en peligrosos vehículos sin control.
Paralelamente, en otras zonas, hizo acto de presencia el fuerte viento de garbí, un viento del suroeste conocido por su capacidad para levantar oleaje y, sobre todo, para generar peligrosas corrientes de resaca. Estas corrientes son canales de agua que fluyen con gran fuerza desde la orilla hacia el interior del mar, capaces de arrastrar al nadador más experimentado en cuestión de segundos.
La combinación de ambos fenómenos meteorológicos creó un escenario complejo y de alto riesgo que motivó la rápida actuación de Protección Civil.
La Costa Daurada en alerta: de la precaución a la prohibición
El epicentro de la advertencia se situó en la Costa Daurada, en Catalunya. Durante la mañana del domingo, un total de 117 playas de esta franja litoral amanecieron bajo el distintivo de la bandera amarilla. Esta señalización no prohíbe el baño, pero exige extremar las precauciones, recomendando nadar siempre con la cabeza fuera del agua y permanecer en zonas donde se pueda tocar el fondo.

El aviso de Protección Civil fue claro al respecto, centrando el peligro en el uso de flotadores y otros inflables por el riesgo de ser arrastrados mar adentro por el viento terral.
Sin embargo, la situación se tornó crítica en dos puntos específicos de la ciudad de Tarragona. En las populares playas de l'Arrabassada y la Savinosa, la intensidad del viento de garbí obligó a las autoridades a tomar la decisión más drástica: izar la bandera roja.
Con esta medida, el baño quedaba terminantemente prohibido debido a la alta peligrosidad de las corrientes marítimas que se estaban formando. La advertencia, difundida a través de los canales oficiales de emergencias, buscaba evitar incidentes graves en dos de los arenales más concurridos de la capital tarraconense.