Las primeras horas de la mañana han vuelto a convertirse en un auténtico reto para los conductores de una de las principales vías de acceso a la capital catalana. El día amanece con expectativas de normalidad, pero basta un pequeño imprevisto para transformar el trayecto en una odisea marcada por la incertidumbre y la paciencia al volante. Una combinación de incidencias ha vuelto a poner a prueba la capacidad de respuesta tanto de los servicios de tráfico como de los propios usuarios, que ven cómo los minutos se acumulan sin que la circulación logre recuperar su ritmo habitual.
Dos carriles cortados en plena hora punta: el origen de la congestión
La situación en la B-23 se ha complicado de forma significativa a partir de las 8:49 de la mañana, cuando el Servei Català de Trànsit ha informado de una avería que ha obligado a cortar dos carriles a la altura de Molins de Rei en sentido Barcelona. La causa de la incidencia ha sido un autobús averiado que ha quedado inmovilizado en plena calzada, obligando a redirigir el tráfico y provocando un efecto inmediato en la fluidez de la vía.
El resultado no se ha hecho esperar: dos kilómetros de retenciones que se extienden desde la zona del Papiol y que complican notablemente el acceso a la ciudad para miles de conductores. Las imágenes de las cámaras de tráfico, difundidas por el propio Servei Català de Trànsit, muestran una fila interminable de vehículos, con la señalización de limitación de velocidad activada y numerosos paneles electrónicos advirtiendo de la situación de emergencia.

Más incidentes en la B-23: un accidente complica la situación en Sant Joan Despí
A la congestión causada por el autobús averiado hay que sumar un nuevo incidente en el mismo eje viario. Según los datos más recientes publicados por Trànsit a las 8:52, en Sant Joan Despí, en sentido Barcelona, el arcén se encuentra ocupado debido a un accidente. Aunque la circulación no ha sido completamente interrumpida en este punto, la presencia de vehículos accidentados y la reducción del espacio transitable añaden aún más tensión al ya saturado flujo de vehículos. Las retenciones, lejos de aliviarse, comienzan a sumarse desde Molins de Rei, generando una larga cadena de paradas y reinicios.
Esta doble incidencia, con el corte de carriles y la ocupación del arcén en dos puntos diferentes y muy cercanos en el tiempo, está provocando un colapso importante en la entrada a Barcelona. Las redes sociales y los canales oficiales informan en tiempo real del avance de la situación, y los propios usuarios comparten imágenes y mensajes que muestran el nivel de desesperación y resignación ante un trayecto que hoy resulta mucho más largo de lo habitual.
El panorama no mejora más allá de los puntos críticos mencionados. En la misma B-23, se reportan paradas y lentitud en todo el tramo comprendido entre Sant Just Desvern y Esplugues de Llobregat, un sector habitual de congestión en las horas punta, pero que hoy sufre especialmente por el efecto dominó de las incidencias previas. La entrada a Barcelona por esta vía se encuentra prácticamente colapsada, con importantes dificultades tanto para los vehículos particulares como para el transporte público y los camiones que deben acceder a la ciudad.