El restaurante Layon, un referente histórico de la gastronomía catalana, ha bajado la persiana de manera definitiva tras 130 años de historia. Ubicado en el centro de Granollers, este establecimiento abrió sus puertas en 1892 de la mano de Hilarión Planas, el bisabuelo de los actuales propietarios. Ahora, los hermanos Ramon y Josep Planas, cuarta generación al frente del negocio, cuelgan el delantal y ponen fin a más de un siglo de tradición por motivos de jubilación y la falta de relevo generacional.
El Layon ha sido un punto de encuentro emblemático en Granollers desde su fundación, destacando por su oferta de cocina tradicional catalana y su calidez familiar. A lo largo de su historia, el restaurante ha sido testigo de los cambios en la sociedad y la ciudad, manteniéndose fiel a sus raíces. Su época de mayor esplendor llegó en los años 60, cuando se consolidó como uno de los principales restaurantes de Granollers. Sin embargo, hasta el día de su cierre, continuó siendo un lugar destacado en el centro de la ciudad.
Entre los platos más emblemáticos del restaurante se encontraban los canelones, los calamares y, sobre todo, sus famosos desayunos de tenedor. Estas especialidades incluían clásicos de la gastronomía catalana como el fricandó, las manitas de cerdo y el capipota, todos elaborados con productos de temporada y recetas tradicionales transmitidas a lo largo de las generaciones.
El cierre: un punto final agridulce
Los hermanos Planas afrontan el cierre del Layon con sentimientos encontrados. En declaraciones al programa Tot es Mou de TV3, expresaron su tristeza por despedirse de los clientes, amigos y trabajadores que durante años hicieron del Layon un lugar especial. Sin embargo, también manifestaron alegría al poder disfrutar de su merecida jubilación tras décadas de dedicación al negocio familiar.
En una entrevista con la Agencia EFE, Josep Planas expresó su preocupación por el futuro de la cocina tradicional catalana. Según él, la falta de relevo generacional en negocios familiares como el suyo podría significar la desaparición gradual de estas propuestas culinarias: "Poco a poco la cocina tradicional dejará de existir". Los hermanos también señalaron que la creciente dificultad para encontrar personal cualificado en el sector de la hostelería ha sido otro factor determinante en su decisión de cerrar.
El futuro incierto de la gastronomía local
El cierre del restaurante Layon se suma al de otros establecimientos históricos de Granollers, como la tienda de ropa Casa Bassa, y a restaurantes míticos de Catalunya como el Bar Boia de Cadaqués y el Xiringuito Miramar de Vilanova i la Geltrú. Este fenómeno refleja los retos que enfrentan los negocios familiares tradicionales en un panorama donde la alta cocina y los restaurantes con estrellas Michelin atraen a gran parte de los profesionales formados en el sector.
Aunque los hermanos Planas no descartan que algún descendiente pueda retomar la hostelería en el futuro, afirman que por ahora no se imaginan un nuevo Layon. El restaurante cierra como un referente de la cocina catalana y como un testimonio de lo que fue un negocio familiar lleno de dedicación y amor por la gastronomía.
El adiós del Layon marca el final de una etapa para Granollers y deja un vacío en la escena culinaria local. Sin embargo, su legado, construido a lo largo de 130 años, perdurará en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de disfrutar de su hospitalidad y su cocina tradicional.