Los supermercados se han convertido inevitablemente en nuestros grandes aliados en situaciones de apuro. Durante un día laboral, nuestro tiempo libre disponible es escaso y no solemos poder destinarle mucho rato a prepararnos ricos platos. Por eso, en los grandes almacenes venden varios productos y alimentos que nos ayudan a salir del paso con comida ya preparada y congelada.
El sabor, evidentemente, no es el mismo que si cocinamos estos platos nosotros manualmente, pero a veces no nos queda otra que recurrir a esto. Y ante esta situación y teniendo en cuenta esto último, es importante saber escoger dónde comprarlo. Esto es lo que le ocurre, por ejemplo, a una usuaria de Twitter, quien no soporta tener que comer patatas fritas congeladas.
Sin embargo, uno de sus seguidores ha aparecido como su gran salvador para recomendarle las del Bonpreu por su sabor y su precio (1,81 euros por un paquete en el que viene un quilo de patatas fritas). "Cuando no tengo tiempo de pelar y cortar patatas, las congeladas del Bonpreu salen bastante bien", proclama, convencido. Pueden hacerse tanto en la freidora de aire, así como también empleando el método clásico con aceite.
Diferencias entre patatas fritas peladas y cortadas en casa con las congeladas
Las patatas fritas caseras y las congeladas de supermercado presentan diferencias importantes en su preparación, sabor y perfil nutricional, que pueden afectar su impacto en la salud. En términos generales, las patatas fritas caseras suelen ser consideradas más frescas y naturales. Al prepararlas en casa, uno mismo selecciona las patatas, que suelen ser frescas y sin aditivos, y decide qué tipo de aceite utilizar, así como su cantidad. Esto permite evitar grasas trans o aceites de baja calidad que, en exceso, pueden ser perjudiciales para la salud.
Por otro lado, las patatas congeladas de supermercado suelen estar precocinadas y muchas veces vienen con aditivos para mejorar su conservación y mantener su sabor y textura tras el proceso de congelado. Además, es común que estas patatas contengan aceites hidrogenados o grasas trans, que son menos saludables y se asocian con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. En cuanto al contenido de sal, las congeladas suelen tener más sodio que las caseras, lo que puede contribuir a problemas de hipertensión si se consumen en exceso.
Desde una perspectiva de salud, las patatas caseras tienden a ser una opción menos perjudicial, siempre y cuando se frían en aceites saludables, como el de oliva o el de girasol alto oleico, y se controlen las cantidades de sal. Sin embargo, es importante recordar que tanto las caseras como las congeladas, al ser fritas, contienen un alto nivel de grasas y calorías, por lo que su consumo debería ser moderado en cualquier caso.