Empieza un nuevo curso escolar. Muchos padres se preguntan qué pueden hacer para acompañar mejor a sus hijos en una etapa que suele venir cargada de retos. No se trata solo de las notas o de cumplir con las tareas. También de cómo se sienten en el aula, de qué manera se relacionan con otros y de la confianza que adquieren en sí mismos.
En este terreno, las ideas de Mario Alonso Puig, médico y conferenciante reconocido por sus reflexiones sobre educación y desarrollo personal, cobran especial relevancia.

El neurocirujano lleva años recordando que la escuela no es únicamente un lugar donde se transmiten conocimientos. Es también un espacio donde los niños aprenden a gestionar emociones, a descubrir sus talentos y a construir la imagen que tienen de sí mismos. Bajo esa premisa, sus consejos apuntan a los padres y educadores, que pueden marcar una diferencia clave en cómo los pequeños afrontan el curso.
Mario Alonso Puig da tres claves
1. Crear un entorno de afecto y seguridad
Para Alonso Puig, el primer paso es sencillo en apariencia, pero no siempre se aplica: el niño debe sentirse querido. Cuando un alumno percibe afecto por parte de sus padres y también de sus profesores, responde mejor al aprendizaje. La seguridad emocional se convierte en la base para que se atreva a preguntar, a equivocarse y a mejorar.
Sin ese sostén, el miedo al fracaso suele bloquear su desarrollo. Por ello, fomentar un clima de confianza y cariño es el primer regalo que puede recibir al empezar el curso.
2. Reconocer y valorar el esfuerzo
El segundo aspecto está relacionado con la motivación. Puig insiste en que cada persona tiene un potencial único. Sin embargo, ese talento solo florece cuando se le da la oportunidad de hacerlo. Reconocer el esfuerzo del niño, incluso cuando el resultado no es perfecto, refuerza su autoestima y lo impulsa a seguir intentando.

No se trata de premiar únicamente las buenas notas, sino de valorar la dedicación y el progreso. Este enfoque convierte la educación en un proceso de descubrimiento, no en una carrera por resultados inmediatos.
3. Promover hábitos saludables
El tercer punto tiene que ver con el estilo de vida. Dormir bien, limitar el uso de pantallas, leer antes de acostarse o salir a caminar en familia son prácticas sencillas que ayudan al bienestar físico y mental. Según Puig, estos hábitos influyen directamente en la capacidad de concentración y en el estado de ánimo.
De poco sirve exigir rendimiento académico si el niño llega a clase cansado, irritable o desconectado de la realidad que le rodea. Inculcar rutinas sanas desde el principio del curso se convierte en un factor decisivo para su crecimiento.
Más allá de los libros y de los exámenes, Alonso Puig recuerda que cada inicio escolar es una oportunidad para sembrar valores que permanecerán toda la vida. Los padres no solo acompañan a sus hijos en el camino académico, sino que también tienen el poder de reforzar su confianza, su alegría y su manera de ver el mundo.
Y esas tres claves —afecto, reconocimiento y hábitos saludables— pueden ser el mejor punto de partida para un año lleno de aprendizajes.