Mario Alonso Puig es uno de los expertos más reconocidos en el ámbito del bienestar emocional y la neurociencia aplicada a la vida diaria. Con décadas de experiencia, sus reflexiones han calado entre quienes buscan comprender mejor cómo funciona su mente. Su lenguaje claro y cercano lo ha convertido en un referente para quienes desean mejorar su salud mental.
A sus 70 años, el médico y conferenciante insiste en que no todo depende de la mente racional. Según explica, el cuerpo tiene la capacidad de enviar mensajes que transforman nuestro estado emocional. Esta perspectiva ha abierto nuevas formas de entender la relación entre lo físico y lo mental.

El poder de la sonrisa y lo que percibe la mente
Mario Alonso Puig afirma: “El cuerpo entiende antes que la mente cómo volver a un estado de bienestar”. Una idea que resume su visión sobre cómo el lenguaje corporal influye en nuestra salud mental. El cuerpo, según él, anticipa a la mente en la recuperación emocional.
Explica que el cerebro es un órgano hipersocial, diseñado para leer lo que ocurre en el rostro. “En la cara se refleja nuestro mundo emocional”, señala. La sonrisa, incluso cuando no es genuina, envía señales positivas al cerebro.
Al mantener una sonrisa, aunque sea fingida, se produce un cambio en el estado de ánimo. El cerebro interpreta esa expresión como una señal de alegría y comienza a ajustar la respuesta emocional. Así, un gesto sencillo puede mejorar el ánimo en minutos.
Cómo procesa el cerebro la información del rostro
Los humanos estamos preparados para interpretar las expresiones faciales desde el nacimiento. La cara es uno de los estímulos más importantes que recibimos en la vida. A través de ella se transmiten identidad, edad, género y, sobre todo, emociones.
El estudio de pacientes con lesiones cerebrales ha demostrado cómo las dificultades para reconocer rostros afectan a la interacción social. No poder identificar expresiones puede generar aislamiento y afectar de forma directa a la calidad de vida. Por eso, entender este mecanismo es fundamental para la salud mental.
Modelos neurocognitivos como el de Haxby, Hoffman y Gobbini explican que el cerebro procesa la información facial a través de sistemas distribuidos. Mientras uno se centra en la identidad, otro interpreta las emociones variables. Esta doble vía refuerza la complejidad de nuestra interacción social.

El cerebro como centro de nuestras emociones
El cerebro no solo observa lo que ocurre en el exterior, también regula las emociones internas. La amígdala se activa ante el miedo o la sorpresa, mientras que el córtex prefrontal lo hace en la felicidad. Cada emoción tiene su propio circuito de respuesta.
Mario Alonso Puig destaca la importancia de aprender a distinguir entre pensamientos, sentimientos y emociones. Estas experiencias pueden confundirse, pero comprenderlas ayuda a gestionarlas mejor. Así se evita reaccionar de manera desproporcionada ante situaciones cotidianas.
En definitiva, el mensaje del experto es claro: pequeños gestos físicos, como sonreír, pueden cambiar nuestro estado emocional. El cuerpo y la mente están más conectados de lo que imaginamos, y aprovechar esa conexión es clave para el bienestar.