El Chartreuse, fabricado actualmente por los monjes cartujos en Voiron, Francia, se elaboró hasta 1989 y durante unos ochenta años en su factoría de Tarragona. Este licor de hierbas nació en 1605, cuando los monjes recibieron un manuscrito con la fórmula de un elixir de la larga vida.
Pues bien, actualmente se puede llegar a pagar más de 2.000 euros por una botella en subastas y por Internet, puesto que cada vez resulta más difícil encontrarlas y su precio se ha disparado, precisamente desde el cierre de la fábrica tarraconense -la cuarta destilaría en la historia de Chartreuse Diffusion- a finales de los años ochenta. Las botellas del Chartreuse van muy buscadas. A veces se encuentran algunas unidades en pisos antiguos o deshabitados, lo que puede suponer una verdadera sorpresa por el afortunado que de con ellas, a tenor de las sustanciosas cantidades que muchos coleccionistas están pagando.
Fue en 1903 cuando se empezó a relacionar la ciudad de Tarragona con los cartujos de la Chartreuse, iniciándose una curiosa historia que se mantendría hasta 1989. Obviamente, en la ciudad catalana es donde más botellas de Chartreuse se pueden localizar, pues son numerosos los hogares que disponen de este licor que vivió su época dorada durante los años sesenta. El Chartreuse ha hecho las delicias de muchos consumidores que lo han utilizado como ingrediente estrella para cócteles o simplemente como digestivo. Sin embargo, incluso ha llegado a servir como pieza fundamental para algunos platos en la creatividad gastronómica de algunos cocineros.
Todo un emblema para Tarragona
Durante la gran celebración de las fiestas de Santa Tecla, que acontecen anualmente a mediados de septiembre, el Chartreuse hace gala de presencia por toda la ciudad al protagonizar la bebida por excelencia de esas fiestas, pasando a llamarse "la mamadita", o lo que es lo mismo un irresistible combinado de granizado de limón, Chartreuse amarillo y Chartreuse verde. Y es que de Chartreuse hay de estos dos colores, el amarillo de 40°, y el verde, ni más ni menos, que de 55°. El resultado de ese cóctel proporciona un sabor de hierbas, entre ácido y dulce, ciertamente refrescante, ideal para las altas temperaturas de septiembre y para mantener el ánimo durante tanta celebración.
A tenor de algunos comentarios publicados en el web yopongoelhielo.com, la devoción por este licor histórico es muy palpable: "Increíble, me encanta , sabor a manzanilla afrutada, no se notan los 55 grados que tienen. Es de mis preferidos" o "el Chartreuse verde es riquísimo, ¡de los mejores que he probado!"