Las estanterías de los supermercados son un reflejo de las tendencias de compra y de la forma en que los consumidores valoran calidad, precio y diversidad de oferta. En los últimos años, Bonpreu i Esclat se ha ganado la confianza de muchos clientes por su surtido de artículos de primera necesidad, entre ellos productos de higiene y cuidado personal.
Sin embargo, hace unos pocos días se difundió en redes sociales la queja de una usuaria que lamentaba la desaparición del esparadrapo de papel de la marca Bonpreu. Un artículo que, según explica, “iba muy bien” y que ha sido sustituido por una versión de tejido.
La reacción en Twitter ha generado interés entre el público, pues pone de manifiesto una realidad. En ocasiones, los consumidores se vinculan emocionalmente con productos específicos, ya sea por su eficacia o por haberles brindado una experiencia satisfactoria en el pasado.
Así, aunque a simple primera vista parezca un detalle menor, la desaparición de un producto tan básico como el esparadrapo de papel puede desencadenar una ola de comentarios. Peticiones de reposición e, incluso, un estudio más profundo sobre por qué ciertas referencias dejan de comercializarse.
Un cambio de producto que genera controversia
Cuando una marca de supermercado decide modificar o sustituir una referencia, suelen influir diversos factores: acuerdos con proveedores, costes de producción, políticas de sostenibilidad o adaptación a las tendencias de compra. En el caso concreto del esparadrapo, las personas que lo utilizaban destacan su buena adherencia y la facilidad para cortarlo sin necesidad de tijeras. Además, argumentan que era especialmente práctico para fijar gasas o vendas en heridas superficiales.
La otra propuesta, denominada “esparadrap de teixit”, mantiene ciertas similitudes, pero introduce variaciones que pueden no resultar del agrado de todos. El esparadrap de tejido promete ser más resistente y transpirable, además de hipoalergénico.
Sin embargo, hay clientes que señalan que la versión de papel era más económica y cumplía perfectamente sus necesidades diarias. En la ficha de producto se menciona que esta versión viene en un rollo de 5 metros, con un precio de aproximadamente 1,30 €. Situándose en una franja competitiva para un supermercado de alcance regional.
¿Por qué un simple esparadrapo importa tanto?
Detrás de la queja de una usuaria pueden hallarse múltiples razones. La primera tiene que ver con la fidelidad a las marcas blancas, muy arraigada en la cultura de consumo actual. Muchos compradores confían en los productos de marca propia por su calidad y por un precio más asequible que en marcas reconocidas.
Al experimentar con un artículo y encontrarlo satisfactorio, se crea una relación de lealtad que va más allá de la función puntual del producto. En segundo lugar, las redes sociales se han convertido en un canal de comunicación directa entre supermercado y consumidor.
Un simple tuit puede llevar a la reposición de un artículo o a replantear el surtido en tienda. La interacción digital facilita que las cadenas de supermercados capten de forma más inmediata los deseos de sus clientes. En un mercado tan competitivo, la gestión de la insatisfacción del consumidor se traduce, cada vez más, en cambios reales en los lineales.