Los lunes por la noche han encontrado en TV3 su propio ritual de fidelidad. Desde hace años, las emisiones dedicadas al true crime se han convertido en uno de los puntos fuertes de la televisión catalana, gracias en gran parte al fenómeno que supuso Crims, presentado por Carles Porta. Tras la clausura de su quinta temporada, muchos se preguntaban si algún otro título estaría a la altura. Y la respuesta ha sido clara.
La cadena apostó por seguir la estela del crimen con una nueva serie de producción propia: 'El mal invisible', dirigida por Marta Pahissa y protagonizada por David Verdaguer, Ángela Cervantes y Àlex Brendemühl. El resultado no ha tardado en hacerse notar. Ya en su cuarto capítulo, la serie ha conseguido un récord de temporada con un 15,2% de cuota de pantalla, atrayendo a una media de 280.000 espectadores, según datos oficiales de audiencia.
Un éxito que se traduce en liderazgo
Este tirón ha llevado a TV3 a liderar el ranking de cadenas autonómicas este pasado lunes, con un 14,9% de share diario, superando a Aragón TV por más de dos puntos. Un dato que no solo confirma el buen ojo de la dirección de la cadena a la hora de mantener el género como buque insignia de su prime time, sino que también apunta a una fidelización del público que, semana tras semana, reclama más contenidos de este tipo.

La serie, que se emite todos los lunes por la noche, consta de ocho episodios y está producida junto a The Mediapro Studio. Su premisa no podría ser más potente: una investigación durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19, centrada en un asesino en serie que ataca a personas sintecho. Una propuesta que no solo engancha por su narrativa tensa y visualmente cuidada, sino también por el trasfondo social y emocional que la atraviesa.
Una consecuencia inesperada que afecta a la cadena
Sin embargo, no todo han sido buenas noticias para TV3. El éxito abrumador de El mal invisible ha tenido un efecto secundario que pocos esperaban, y que la cadena ya está notando en su parrilla general. Según fuentes cercanas a la dirección del canal, otros espacios emitidos en esa misma franja horaria —ya sean documentales, magazines o talk shows— han visto caer drásticamente su audiencia los días posteriores, afectando al promedio semanal de varias franjas clave.

Además, desde la redacción de la propia cadena se reconoce que la intensidad emocional de la serie está provocando una fatiga temática entre parte del público más sensible, lo que se traduce en un descenso de visionados en los días posteriores por parte de esos mismos espectadores.
Aun así, la gran mayoría sigue sintonizando. Y es que el desenlace de la trama no solo engancha: remueve.
Porque al final, cuando el espectador descubre que el asesino acecha en plena pandemia, aprovechando el aislamiento, la vulnerabilidad y el silencio para cometer sus crímenes… es entonces cuando se entiende por qué esta ficción ha traspasado la pantalla: porque el mal, cuando se esconde a plena vista, siempre impacta más.